Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
En diferentes cadenas de radio y televisión
Fidel Castro y Hugo Chávez, pregonaron el origen común, glorioso y
revolucionario de Cuba y Venezuela y el hecho de estar predestinadas por la
naturaleza, para consolidarse y convertirse
en el símbolo victorioso del comunismo en el mundo, durante el siglo XXI.
Nada más lejos de la realidad. Para el
dictador cubano, Venezuela era la gallina de los huevos de oro, la cual había
logrado controlar después de intentos diplomáticos fallidos e, incluso por la
vía armada, mediante la táctica de apoyo
y preparación a los guerrilleros criollos, durante los primeros años de nuestra
incipiente democracia.
Para el presidente Chávez, Cuba significaba
el puente para su introducción dentro del liderazgo continental, como primera
etapa para el mundial que aspiraba, sin
importar los costos económicos y el desmedro del bienestar social para el
pueblo venezolano.
Lo cierto es que nuestra independencia e
historia son diferentes, incluso separadas por un largo período de 70 años. El
Libertador Simón Bolívar fue un épico guerrero que reorientó las luchas armadas
iniciadas por los precursores del movimiento independentista, distinguiéndose por su desprendimiento, talante militar e
instinto político. Cuando buscó apoyo externo fue para fortalecer sus
ejércitos, pero siempre estuvo al frente de la jefatura.
José Martí tuvo una personalidad distinta. Él
era ante todo un filósofo, poeta, escritor e intelectual, sin negarle los
méritos conspirativos y organizativos que le llevaron a obtener el bien ganado título como El Apóstol de la independencia cubana. Martí
fue quien diseñó el movimiento libertario que llamó la Guerra Necesaria, donde protagonista
y factor fundamental era Estados Unidos, aunque su ideal suponía la unión de
los cubanos y el cierre de la posibilidad que continuara la dominación
española, sin cambiarla por el dominio
de los norteamericanos, lo que no pudo lograr porque murió pocos meses después de iniciada la
guerra independentista (1895-1898).
En principio simplemente hubo un cambio de
dominación de España por Estados Unidos, más tarde documentada con la Enmienda
Platt con una serie de condiciones favorables al coloso del Norte, que sirvió
de base para el arrendamiento de Guantánamo y las carboneras, cláusulas que aún
subsisten en la actualidad.
Durante los primeros años del siglo XX,
Venezuela estuvo bajo la férrea dictadura de Juan Vicente Gómez y, después de
los gobiernos de transición hacia el futuro, encabezados por los
generales Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita, se instalaron
sendas Juntas de Gobierno que dieron paso a la dictadura de Marcos Pérez
Jiménez.
Desde principios de siglo XX Cuba es dirigida
por gobiernos casi todos débiles, sin orientación política estable y alternándose
entre conservadores, liberales y moderados, hasta la década de 1950 cuando se
impone el dictador Fulgencio Baptista, coincidiendo en el tiempo con su
homólogo Marcos Pérez Jiménez en Venezuela.
Con el derrocamiento casi a la par de ambos
regímenes dictatoriales, Venezuela (23-01-1958) y Cuba (01-01-1959) escogemos
caminos diferentes: Cuba el sendero comunista impuesto a la fuerza, bajo la
dominación económica vía subsidios, que la convierten en un satélite de la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas,
durante los años de la guerra fría, hasta que el peso político y
económico se hace insostenible y Cuba es abandonada a su suerte. Con los rusos
primero y, luego sin ellos, Cuba entra en constante e indetenible declive
social, económico y político.
En Venezuela, una vez derrotada la dictadura
de Pérez Jiménez con un movimiento cívico militar, devino una etapa de ocho
quinquenios civilistas, signados por una democracia perfectible. Se
desarrollaron programas de
infraestructura vial y urbanística, sistemas de salud, servicios públicos y la educación.
Sin embargo, el planteamiento económico no
era el correcto, se abusó del rentismo petrolero y el gasto público
improductivo, se desatendió socialmente a las clases más desposeídas, desoyendo
voces de alerta entre quienes destaco a los doctores Arturo Uslar Pietri y
Eduardo Fernández, entre otros. Éramos y no queríamos aceptarlo, un pueblo
pobre dentro de un país rico por sus inmensos recursos naturales.
Lo que dio entrada, sirviendo como caldo de
cultivo para el comunismo en la bella isla caribeña, lo explica el escritor
cubano Manuel Fernández Santelices[i]
describiendo tres situaciones, que en mi opinión se repiten casi al calco, en
el caso venezolano pero que se harían visibles cincuenta años después:
1) La
serpiente tentadora: en 1947 el Papa Pío XII se dirige a través de la radio, a una concentración de
cubanos, advirtiéndoles que aun cuando se sienten felices, viviendo en la Perla
de las Antillas rodeados de comodidades, con prosperidad y ambiente exuberante,
no podían cegarse ante los movimientos
de una serpiente como la del Edén, tentando al mal para que los nativos
obviaran una vida potente, sana y robusta, cuya omisión los llevaría a la derrota.
2) La cuota de dolor, cuatro años
después de la homilía papal, el padre Ricardo Lombardi, les recordó que la
abundancia de dones y riquezas que suda frivolidad para algunos privilegiados,
no les permite ver el clamor de las clases populares, humildes y miserables.
Parecen no comprender el drama del mundo, por lo que deben pagar su cuota de
dolor, como lo hacen casi todas las naciones contemporáneas. 3) El reverso de las revoluciones, el
franciscano Ignacio Biain, escribiendo bajo seudónimo en un Semanario católico,
escribió en noviembre de 1959: ninguna revolución violenta se produce porque
sí, al azar o por caprichos del destino. Se les ve gestarse y venir, cumpliendo
leyes de la psicología colectiva, que no pueden entender la señal de los
tiempos. Recomendaba el prelado a los cubanos, que antes de afiliarse y respaldar
la llamada revolución, debían analizar la
situación de Hungría y Polonia.
Esos tres representantes de la Iglesia
católica, diuturna y universal, advirtieron con suficiente anticipación el
tsunami revolucionario que inexorablemente llegaría, empujado por un sistema
anormal de vida dentro de la opulencia, en detrimento de los más pobres y en
general, del país.
También en Venezuela durante la segunda mitad del siglo
XX, vivíamos una vida artificial de
vacas siempre gordas, con dólares subsidiados que nos permitían gozar de bienes
y servicios sin esfuerzos, ni tiempos de espera porque todo llegaba ya
ensamblado por muelles y aeropuertos. Se podía otear la serpiente tentadora,
sin creernos merecedores de sacrificios
ni ser deudores de alguna cuota dolorosa ni participantes en revoluciones
extrañas.
Cuba y Venezuela están hoy en situación sorprendentemente
similar; sin los más elementales servicios necesarios para la felicidad de sus
habitantes; en constante y justificada
diáspora; sin producción interna,
inestabilidad económica y regidos por gobiernos débiles que deben recurrir a la
represión para subsistir. A ello contribuye una robusta oposición que no se desprende de intereses bastardos
para lograr la necesaria unión. Dios bendiga a Venezuela!
03/04/2021.
No hay comentarios:
Publicar un comentario