martes, 1 de junio de 2021

Conseguir el camino para cambiar al gobierno.

 

Jesús A. Jiménez Peraza.

@jesusajimenezp

“Todo el que se engrandece será humillado, pero quien actúa con humildad será engrandecido” (Lucas 18:14). 


Refiere el Libro del Génesis (11:1-9) como los hombres bajando de oriente consiguieron el valle de Sinar, después Mesopotamia, hoy Irak y no obstante ser nómadas, quisieron establecerse construyendo una ciudad y una torre tan alta que llegara al cielo. De hecho era imposible lograr el cometido, sin embargo se planteó Dios mismo que si así es el comienzo, ya nada detendría al hombre en sus propósitos, de manera que les obligó hablar lenguas diferentes, lo que les hizo paralizar la construcción y dispersarse por toda la faz de la tierra.

Creo que el mensaje que debemos entender de la narración bíblica es que la soberbia humana debe ser oportunamente castigada y que  el hombre unido lo puede todo, hasta lo imposible.

Durante la segunda mitad del siglo XX los venezolanos tuvimos posibilidad de  hablar el mismo idioma para enrumbar una democracia perfectible.  El Pacto de Punto Fijo y la CN1961 eran suficientes para conciliar las discordias naturales, que surgen entre los hombres por las diferencias en su formación  académica, política y filosófica.

Sin embargo, no lo logramos porque no nos entendimos. Se fue creando una capa social desatendida en necesidades básicas; no se transformó la colonial estructura agraria del país ni fue incorporada la población rural al desarrollo integral de la Nación; no fue horizontal la  posibilidad de proporcionar educación como instrumento común. Tampoco se aceptó, en forma pacífica, el relevo político generacional. La inmensa riqueza del país seguía allí enrostrada a todos, pero solo en beneficio de una minoría.

Los índices de analfabetismo, desempleo, de marginalidad urbana, desasistencia hospitalaria y hambre, proporcionados oficialmente por la Oficina Central de Coordinación y Desarrollo (Cordiplan) fueron un claro alerta. Para 1999 contábamos con las mismas 30.000.000 de hectáreas aptas para la agro producción, que se había determinado en el Censo Agrícola de 1950, lo que significa que en 50 años no se incorporaron nuevas áreas al sector. Todo ese panorama ocasionó la búsqueda de un Mesías. Así nació el teniente coronel Hugo Chávez Frías y con él se introdujeron  el Foro de Sao Paulo y el comunismo castrista al país.

Hoy lo perfectible se hizo imperfecto; fueron destruidas las industrias básicas, incluida la petrolera; se intervinieron fincas productivas, sin ser apropiadamente aprovechadas por campesinos aptos y preparados; las mejores industrias y empresas distribuidoras fueron “expropiadas” sin compensación; se afectaron la calidad y centros dispensadores de salud y educación. Ahora campea el hambre y la miseria por las calles de todas las ciudades y pueblos; los servicios públicos fueron llevados a su mínima expresión y quizás lo peor, nos dividimos como seres humanos, ni tan siquiera en clases sociales o económicas porque entre ellas también surgió la ruptura; se generó el fenómeno sociológico de la diáspora de venezolanos en gran escala hacia los cinco continentes, es decir, por toda la faz de la tierra renovándose la condena por pretender construir una torre que llegara al Cielo.

Por supuesto que la división se produce también en el otrora poderoso partido gobernante, que hace aguas por todas partes. Algunos han desertado como acto de constricción, otros para disfrutar la riqueza mal habida, también porque se terminó la bonanza del Estado o fueron expulsados de la fiesta, ya que estorban a  los suplentes quienes se sienten engrandecidos y humillan.

No sé en cuanto podría cuantificarse el abultado grupo opositor, algunos lo estiman en el 80%. Sólo creo que es necesario que todos actuemos con humildad para poder engrandecernos. No se concibe que no se encuentren caminos comunes, que existan tantos partidos políticos y “líderes” sordos que planean salidas inviables o útiles solo a sus intereses particulares, pero no soluciones.

El acto divino de dividir al hombre para que no consiguiera un objetivo común es un mensaje que debemos acatar. Debemos  unirnos en fines y estrategias para concurrir a los próximos comicios electorales, que servirán además para individualizar liderazgos que no tenemos. Nuestro drama es que no creemos en nadie, pero nominando gobernadores y alcaldes tendremos unos conductores legítimos para emprender el camino donde todos tenemos un interés común: el cambio de gobierno nacional. Dios bendiga a Venezuela!

jesusjimenezperaza@gmail.com

01/06/2021

 

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