Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
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He
leído una serie de artículos y reflexiones en las redes sociales, algunos me
han sido enviados directamente por amigos aspirantes a cargos de elección
popular o, simplemente como yo, que sólo tienen
interés ciudadano por un cambio de gobierno al ver como se deteriora el
país y la vida de los connacionales bajo este sistema socialistoide.
Los
mensajes, algunos motivados otros estilo estribillo, plantean su intención de
cumplir con el derecho y la obligación de participar el próximo 21 de noviembre
en las elecciones regionales, “sólo si
cambian las condiciones”. Invariablemente les respondo cuando el recado es
directo o pienso cuando es abierto, que las condiciones no van a cambiar en el
estricto sentido como esperan, vale decir, mediante un acuerdo con el gobierno
o con el Consejo Nacional Electoral donde se obliguen a restablecer los
partidos políticos intervenidos o los líderes ilegalmente inhabilitados, aprobarles
el uso de sus tarjetas, colores y símbolos, prohibir los llamados “puntos rojos”, impedir el
acompañamiento del votante para que no pueda ser coaccionado, etc.
Para
muestra de su postura e intransigencia podemos remitirnos a la actitud asumida
por el diputado Diosdado Cabello, cuando el vicepresidente del máximo órgano
electoral solicitó una investigación, por el hecho de utilizar los medios de
comunicación del Estado e iniciar intempestivamente la campaña electoral
interna en el PSUV, aupando los candidatos de su preferencia. El señor Cabello,
en su arrebato, descalificó incluso a los miembros del Consejo Nacional
Electoral que le son afines, porque
acusa al rector Enrique Márquez de no ser designado directamente por el
pueblo, imputación que se extiende a todos ya que ninguno de ellos lo es, ni pueden serlo puesto
conforme a la CN1999, deben ser nombrados por la Asamblea Nacional, después de
un proceso donde intervienen otros
Poderes y organizaciones de las sociedades intermedias, que entiendo fue debidamente
cumplido.
Tampoco
fueron electos directamente por el Poder Popular la cantidad de magistrados,
principales y suplentes del Tribunal Supremo de Justicia, en las
postrimerías de la Asamblea Nacional
(2011 – 2016), bajo la presidencia ejercida por el diputado Cabello compactando
el proceso administrativo, porque en el texto constitucional no se prevé
elección directa en el Poder Judicial, sino a través del ejercicio de la
democracia representativa. Sólo el Presidente de la República y los Diputados a
la Asamblea Nacional son electos mediante elección popular, directa, universal
y secreta, en lo que se refiere al Poder Nacional.
Es
siempre, señor diputado, conveniente cuidar las palabras, ellas deben conservar
el vínculo entre el corazón y la razón, para que sean fecundas y no reviertan.
Así lo dice la Palabra de Dios: “Porque
yo os daré un lenguaje y una sabiduría que no podrán resistir ni contradecir
ninguno de vuestros adversarios” (Lucas, 21:15).
Aquellas
peticiones, por constitucionales y ajustadas a la ley, indudablemente serían procedentes si en
Venezuela funcionara el sistema democrático, que implica el respeto
institucional, el equilibrio y el control entre los diferentes Poderes del
Estado. Pero no existe, todos en el país y allende los mares saben que nuestro
sistema está atrofiado. Allí es donde estriba la fuerza oficialista, es esa la
única forma como puede aspirar a continuar en el ejercicio del poder, un
partido y un gobierno que en nuestro caso son términos sinónimos, a pesar de
tener más del 80% de la población en contra porque vive en condiciones
paupérrimas.
Pero
hay una forma de hacer valer las condiciones que ya están listadas en las leyes
electorales y en la Constitución Nacional. Debemos empezar por los líderes
políticos. Ellos deben buscar un sistema justo para abanderar a los candidatos
a los diferentes cargos, bien por encuestas objetivas y técnicamente elaboradas,
bien por escogencia interna llamando a la población a unas “primarias” que se pueden celebrar directamente en cada plaza
Bolívar, de cada rincón de Venezuela, donde además de los miembros acreditados
de los partidos participen ciudadanos que tengan un currículo apropiado, aun
cuando no hayan ejercido la política activa. Sin egoísmos deben respetar la
escogencia popular y los pocos partidos
validados, deberán ceder sus tarjetas para ir a la gesta electoral; deben
preparar apropiadamente a los testigos y funcionarios electorales y darnos
muestras que de verdad les importa más el futuro del país que sus intereses
personales.
Imagino
que el gobierno introducirá alguno de sus quinta columnistas para infiltrar la
oposición, nos corresponderá a todos detectarlos y darles la espalda, al igual
que al PSUV cuando estemos frente al receptáculo para depositar el voto. Se
puede discutir la posibilidad de presentar inicialmente dos o más candidatos,
en quienes observaremos su conducta durante la campaña y decidimos en el
momento oportuno, aplicando el principio de la economía del voto. No veo tan
difícil hacerlo porque siendo, como se dice y como creo, que el gobierno sólo
cuenta con el 20%, cualquiera que sea la distribución del 80% restante, siempre
será mayor.
Los
candidatos deben generar confianza al electorado, demostrar que conocen las
funciones a las cuales aspiran, señalar programas concretos, sencillos que
resuelvan los problemas cotidianos que vivimos. Que están dispuestos a hacer
valer el triunfo recurriendo al pueblo que los eligió y a las instancias
internacionales, porque el derecho al sufragio y todo cuanto gira en su alrededor
es un derecho humano, previsto en el Tratado Interamericano de los DDHH o Pacto
de San José, en cuyo artículo 23 se lee:
Artículo 23.—Derechos Políticos. 1. Todos
los ciudadanos deben gozar de los siguientes derechos y oportunidades: a) de
participar en la dirección de los asuntos públicos, directamente o por medio de
representantes libremente elegidos; b) de
votar y ser elegidos en elecciones periódicas auténticas, realizadas por
sufragio universal e igual y por voto secreto que garantice la libre expresión
de la voluntad de los electores, y c) de
tener acceso, en condiciones generales de igualdad, a las funciones públicas de
su país.
Cumplida
la obligación por quienes ostentan el liderazgo político en la oposición
venezolana, nos corresponde a todos los venezolanos motivar a nuestro círculo
de vecinos, parientes y amigos, ocurrir masivamente y sufragar. Hoy, más que nunca, requerimos la
humildad de Teresa de Calcuta y la sabiduría de Juan Pablo II. Dios bendiga a
Venezuela!
15/06/2021.
Excelente y sobretodo, pertinente
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