Jesús A. Jiménez
Peraza.
@jesusajimenezp
La violación reiterada de la ley suprema por
parte del gobierno nacional y muchos de quienes dicen representar la oposición,
estos últimos por cierto, divididos en pequeños grupos de oficiales sin tropa y
sin ideas, como se observa fácilmente de sus escuálidas convocatorias y en la
ausencia, contradicciones o la torpeza
de sus propuestas, nos obliga a la inmensa mayoría del pueblo
venezolano a respetarla y hacerla cumplir, por mandato propio en su artículo
333 CN1999, que a la letra dice: “Esta
Constitución no perderá su vigencia si dejare de observarse por acto de fuerza
o porque fuere derogada por cualquier otro medio distinto al previsto en ella”.
Como acto de fuerza debe entenderse la
ejecución de todo mecanismo no expresamente previsto en su articulado u
obtenido mediante formalidades alteradas.
La Constitución Nacional y las leyes de la
materia prevén la renovación de autoridades regionales y locales, por tanto
debemos concurrir y expresarnos. Si el gobierno nacional les coloca al lado
unos protectores, de manera
arbitraria y violando nuestros derechos de elegir, pues que lo hagan. Por
cierto, a ningún efecto debemos considerar el anuncio de no designarlos más a
partir de noviembre, porque siendo figuras no previstas constitucionalmente, lo
que en Derecho Público impide la posibilidad de hacerlo, el nombramiento es un
acto írrito y la oferta de omitirlo es ociosa, nimia e inútil.
Si los diferentes grupos y partidos políticos
no son capaces de escoger los mejores candidatos únicos para enfrentar al
oficialismo, mediante alguna fórmula universal y pacíficamente aceptada, por inconfesables razones económicas o
políticas cuestionables que lo hagan, así tendremos oportunidad, durante la
campaña, de observar las cualidades de las múltiples propuestas para los
requerimientos inmediatos y futuros.
Si concurrimos a votar aun masivamente puede
que no podamos elegir gobernadores, alcaldes y concejales, debido a la cantidad
de propuestas por lo que dichos cargos quedarán en manos del gobierno, a pesar
de su escuálido respaldo popular, pero si sabremos quienes tendrán el inmenso compromiso de ser
nuestros dirigentes en diferentes actuaciones en el futuro próximo, desde
enfrentar el desatino del gobierno de pretender crear un Estado Comunal en
Venezuela, sin recurrir a una reforma constitucional que es requisito sine qua
non; abanderar la solicitud del revocatorio presidencial y en definitiva, organizarnos para enfrentar toda
acción pacífica y legal que se pudiera ejercer porque Venezuela y sus problemas
no terminan el 21 de noviembre.
Un dirigente confiable es fundamental en estas circunstancias que
estamos viviendo, de manera que nuestro primer paso debe ser designarlo. El
gobierno no lo tiene, por eso recurre a la fuerza. Tampoco la oposición lo
tiene, lo que nos obliga a buscarlo y qué mejor encuesta para ello que unas
elecciones universales y secretas.
Josué, sucesor de Moisés, fue escogido por
Dios mismo como líder de los israelitas para conquistar Canaán y distribuir las
tierras entre las doce Tribus. Después de la segunda guerra mundial, sir
Winston Churchill como héroe y estratega de ella era candidato seguro para
seguir siendo Primer Ministro, pero se impuso la necesidad de reconstruir a
Inglaterra y Europa, como tarea mayor antes que realizar ofertas populistas y
perdió la consulta electoral en 1946. Después de cuatro años se enmendó el
error colectivo y fue designado para el período 1951 a 1955.
Konrad Adenauer fue elegido, a los 73 años de
edad, como Canciller Federal de una Alemania derrotada, totalmente destruida y
finalmente dividida después de la guerra
concluida en 1945, logrando insertar a Alemania Occidental en muy poco tiempo, dentro
de la Unión Europea que contribuyó a formar, implantando la democracia y
logrando el resurgir de las fuerzas económicas y con ella la prosperidad de la
nación.
Mohandas Ghandi lideró el movimiento
independentista contra los británicos, imponiendo la no violencia, el pacifismo
y la desobediencia civil, pero cumpliendo
la ley con la disposición de aceptar sus consecuencias.
Nelson Mandela, líder sur africano, fue inicialmente un propiciador de la
violencia, organizando movimientos clandestinos y sabotajes. Persuadido que ese
no era el camino para lograr los objetivos, desde la cárcel coordinó la
resistencia y oposición, conciliando con su archienemigo, el presidente
Frederick de Klerk para lograr la paz racial y con así la del Estado, el cual
llegó a gobernar, para convertirse en la leyenda que es hoy.
En Venezuela nos hemos sometido durante todos
estos años a unos guías sin preparación para la conducción del Estado. Los dos
Presidentes socialistas que hemos tenido en el siglo XXI lograron atomizar
nuestros recursos, la inoperancia institucional y desandar en el desarrollo desarticulando la
capacidad operativa de la industria privada, incluso de la pública como son los
casos de PDVSA y Sidor.
Pero el tema es que allí permanecen porque
nuestro liderazgo opositor no genera confianza. He recurrido al ejemplo de
grandes estadistas en el mundo que han conducido a sus pueblos, en medio de
crisis políticas, económicas, sociales, humanas, mucho más severa que la
nuestra y gracias a su capacidad y planteamientos han logrado el respaldo para superarlas o al
menos morigerarlas.
Quienes unilateralmente han asumido los
cargos de conducción popular opositora en Venezuela, han demostrado una
absoluta falta de preparación e, incluso, de humildad para aceptar a otro que
tenga mejores cualidades y coherencia. Está muy bien que rectifiquen rumbos y
quienes convocaron ayer a la abstención en iguales circunstancias llamen hoy a
sufragar. Mandela pasó de la vía violenta al pacifismo, pero explicó las
razones y predicó con el ejemplo. Él fue convincente en como las circunstancias y la situación del
momento, determinaron el cambio de conducta y de acción, la gente lo entendió y
siguió. Pero las conductas ambiguas en la jefatura sólo ocasionan escepticismo,
dudas y apatía. Por estas razones creo que debemos iniciarnos
designando nuestros guías. En las elecciones de noviembre tendremos una gran
oportunidad de hacerlo.
Eduardo Fernández, quien el 5 de julio de
1987 advirtió sobre entuertos corregibles de la República Civil (1958 – 1998),
cuando nada presagiaba el desplome institucional; más tarde denunció el golpe
contra el Estado por Hugo Chávez, a sabiendas que el alzamiento militar gozaba
de amplia simpatía popular y ha sido persistente en oposición al régimen
socialista, pero llamando a enfrentarlo por vía pacífica y electoral, a pesar
que vasto sector pregonaba el abstencionismo, anda con Unión y Progreso
buscando la creación y consolidación de ese liderazgo renovado y coherente que
tanta falta hace. Quiero expresarle mi pleno respaldo por su lucha, sin
populismo, con inteligencia y pensando en el país. Dios bendiga a Venezuela!
jesusjimenezperaza@gmail.com
28/07/2021.
Excelente artículo.
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