martes, 19 de octubre de 2021

Confundir la gimnasia con la magnesia.


Jesús A. Jiménez Peraza.

@jesusajimenezp. 

Desde hace mucho tiempo y por diferentes razones nuestro sistema político ha venido transitando una etapa de deslegitimación,  que es seguramente el más grave de los vicios que puede afectar la democracia. La invasión de las atribuciones que corresponden a los diferentes Poderes Públicos, por parte del Ejecutivo; la falta de interés de la población por participar en la designación de las autoridades; la desconfianza que nos genera la posibilidad que el Estado pueda resolver las más ingentes necesidades colectivas, incluidos servicios públicos, como atención hospitalaria, medicinas, energías básicas, además de los requerimientos de alimentación; la atomización de la oposición; la militarización del país; la corrupción galopante y otros, sin que el listado responda a un orden cronológico por aparición en el escenario nacional o por su  importancia, son elementos que separadamente y en conjunto visibilizan el fenómeno de la deslegitimación.

La contramarcha para legitimar las instituciones es una labor muy compleja por lo heterogéneo de las causas que, obviamente,  no pueden resolverse al mismo tiempo sino en secuencia. Creo que los seres humanos somos quienes generamos los problemas y, como aparente incongruencia, también quienes podemos resolverlos, de allí que tenemos como obligación comenzar la reinstitucionalización con la designación de los líderes que puedan ejecutar esa titánica labor.  

Después de algunos intentos fracasados,  al parecer los venezolanos estamos dispuestos a volver a sufragar para renovar el mandato o sustituir los funcionarios regionales y locales a quienes corresponda,  conforme a la CN1999. Es cierto que algún sector no está plenamente convencido, en lo que contribuye el hecho que se hayan presentado diversas propuestas entre quienes se supone deberían tener el interés común de cambiar a los causantes de nuestros males: el oficialismo.

En la ciudad de México se instaló una Mesa de Diálogo, que si bien no puede considerarse una panacea definitiva, ni están aceptados por unanimidad los representantes de la oposición, había venido funcionando, sobre todo porque todos entendemos que por algún lado había que comenzar la reunificación de los retazos, en lo que se ha convertido nuestro país, su economía y el sistema que nos gobierna.

Pero no obstante la importancia de cualquier elemento que contribuya con la legitimación institucional, el gobierno anunció a través de su vocero principal en la Mesa de Diálogo, el retiro de la misma como respuesta a la extradición del señor Alex Saab, desde Cabo Verde, África, para ser juzgado en EEUU. No tengo bases ni pruebas para conocer las relaciones del señor Saab con nuestro gobierno, de quien se comenta oficialmente es diplomático, y ejerce funciones además como proveedor de bienes y servicios relacionados con el Programa de los CLAP. Pero es indudablemente de mayor importancia que continúe la reinstitucionalización del país, que la defensa por parte de Venezuela del referido diplomático, además que las gestiones para el cumplimiento del programa alimenticio, de extrema importancia, puede ser delegado en otro funcionario.

No parece que el asunto judicial referido pueda resolverse en corto tiempo. Según anuncio oficial de la Fiscalía norteamericana, el señor Saab está acusado por lavado de activos, utilizando la divisa americana e instituciones financieras de ese país, lo que implica imputaciones por aplicación de la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero (FCPA por Foreign Corrupt Practice Act), una ley vigente desde 1977, pero que con posterioridad a los hechos del 11 de septiembre del 2001, es decir, el derribo del World Trade Center se unió al tinglado de leyes, instituciones y oficinas federales para conformar la Ley Patriota, generadora de un acrónimo para Unir y Fortalecer América al Proporcionar las Herramientas Necesarias para Interceptar y Obstruir el Terrorismo.

La Patriot Act o Ley Patriota ha sido reformada varias veces y es muy cuestionada por elementos de inconstitucionalidad, violación de derechos humanos y a la privacidad, secretos comerciales e industriales y extraterritorialidad, pero se mantiene incólume porque en el fondo preserva la seguridad de Estados Unidos y sus instituciones. Algunos estudios bien fundamentados sobre el espíritu, propósito y razón de la ley, llegan a la conclusión que la información sobre planes de potenciales ataques terroristas, que es el fin aparente,  lo pueden conseguir los norteamericanos con otros medios técnicos e inteligencia militar, por lo que obviamente son los aspectos económicos y la intervención del sistema financiero, como elemento fundamental para perpetrar ataques terroristas, lo que justifica el extremo celo sobre la conservación de la Ley Patriota, que por el sólo hecho de la apertura de la investigación autorizada por un juez, permite ilimitadamente, la determinación de los movimientos financieros, dentro de los Estados Unidos y fuera del mismo cuando se utiliza el dólar norteamericano, con dos consecuencias inmediatas para el involucrado, además de su obligación a colaborar con las autoridades: 1) le impide dar a conocer aspecto alguno de la investigación. 2) le confiere inmunidad en todo cuanto contribuya a la determinación de los hechos.

Toda esta trabazón creo que obliga tanto al Estado venezolano como a la oposición, a continuar con la tarea titánica de tratar de legitimar nuestro sistema institucional y obviar otros elementos extraños, que puedan complicar esa misión. Dios bendiga a Venezuela!.

jesusjimenezperaza@gmail.com

18/10/2021.

 

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