miércoles, 27 de octubre de 2021

Llegó la hora para el voto anónimo que se cuenta sin pesarlo!


Jesús A. Jiménez Peraza.

@jesusajimenezp

Desde hace mucho tiempo y a través de diferentes artículos que no representan sino mi propia opinión, sin aspiraciones a cargos públicos, ni interés distinto a que el común de los venezolanos pueda analizar nuestro panorama político desde un ángulo que, en primer lugar, tenga base jurídica porque sin ella sólo puede fomentarse la anarquía, que es el peor cuadro para enfrentar los problemas del colectivo y por otra parte, no sea irracionalmente complaciente con algún sector de la vida nacional, que nos aleje de potenciales soluciones a los gravísimos problemas que vivimos como producto de los desatinos del oficialismo, que hoy se imputan en exclusiva a Nicolás Maduro, pero que comenzaron a gestarse desde el primer día de gobierno de Hugo Chávez, cuando a las 2 pm dictó un decreto abriendo el camino para una Asamblea Constituyente sin base legal, con nefastos antecedentes históricos, a la cual se prestaron connotados líderes nacionales y temerosos jueces de la Sala Político Administrativa de la Corte Suprema de Justicia, todos a sabiendas que violentaban la CN1961.

Este primer presidente del socialismo del siglo XXI en Venezuela, no tenía capacidad para dirigir un país ni visión para hacerlo. En retrospectiva creo que ni siquiera era comunista en sus inicios porque la tesis del “árbol de las tres raíces” no es compatible con el socialismo. Sólo tuvimos la desdicha de la articulación espontánea de  una serie de factores que crearon un efecto Titanic que nos llevó a la debacle.

El comunismo es un sistema político, una forma de organizar la sociedad y la economía, cuyo centro es la propiedad común de los  medios de producción, y la ausencia de propiedad privada. Ello no era posible implantarlo en Venezuela sin preparar previamente la Nación y el Estado.  Liberar el proletariado, según el pregón de Federico Engels, implicaba abolir la propiedad privada, que en Venezuela estaba muy fuerte para entonces, debidamente afiliada a organizaciones colectivas de industriales y de distribución por lo que no podía ser destruida, sin consecuencias, con un simple “exprópiese, ciudadano alcalde”, quien ni siquiera tenía competencia legal para hacerlo.

El sector agroproductivo, si bien requería algunos ajustes de distribución  de la tierra, en general reconocida por el Papa Juan Pablo II en la conmemoración del centenario de las propuestas sociales de León XIII, debía hacerse con criterios técnicos y de justicia distributiva, que permitiera la incorporación paulatina de sus potenciales beneficiarios no con discursos políticos mal aplicados, marcados por la corrupción y prepotencia como se hizo, sin que ellos escaparan del conocimiento de los altos jerarcas del chavismo, sino por el contrario con su aprobación.

Pero el tema es que confiamos la resistencia a políticos de oficio, algunos bisoños, sin credenciales ni formación y otros que vieron la oportunidad de sacar provecho económico mientras  el monstruo, ahora de mil cabezas, se desmoronara. Así fue como se adoptó el camino de la fuerza, craso error, porque ella estaba en manos precisamente de la contraparte  que cada día se fortalecía con el producto del dinero y bienes que debía utilizar en teoría, para igualar a los proletarios y fortalecer al Estado como ente de equidad.

También se escogió, mal que aún persiste, en seguir la política del avestruz escondiendo la cabeza sin participar activamente, mientras alguna fuerza misteriosa, divina o extraterrestre se encargara de solucionar el problema que adoptaba cada vez mayores proporciones. Jamás han manifestado estos abstencionistas cual era la táctica posterior, es decir, que harían después de la obligada derrota fundada en la omisión de participación.

El año 2015 fue un año distinto, de participación colectiva y pacífica, electoral, constitucional, organizada. Todo se hizo bien y de allí tan magnos resultados. La oposición ganó ampliamente el Parlamento con una mayoría calificada que le permitía designar, conforme a la propia CN1999 a otros Poderes Públicos y de esa manera controlar la acción del Ejecutivo. Actos desesperados del oficialismo después de la derrota de diciembre del 2015, se fueron consolidando por errores del movimiento opositor, quien se atomizó por el divisionismo, por la corrupción, por el individualismo. Se anunciaron con anticipación las Juntas Directivas del legislativo, hecho que debía hacerse el 05 de enero de cada año, conforme fueran produciéndose las cambiantes circunstancias políticas, y concluimos en un grupete de partidos, quienes estimulados política y económicamente desde el exterior, olvidaron que el sostén de sus fuerzas la proporcionaban los propios venezolanos y que el tinglado de países sólo tienen limitada fuerza en los escenarios multi regionales. Ello los llevó a formar unos poderes públicos etéreos y paralelos, sin fuerza propia ni de coacción.

Llegamos a tal desatino que la Junta Directiva de la Asamblea Nacional de Venezuela designada  en el 2019, quien por cierto, está obligada a presentar cuentas muy claras de su gestión, auto extendió su lapso más allá del período parlamentario, sin estar previsto en nuestro cuerpo de leyes. Sólo conozco al respecto el artículo 105 de la Constitucional Nacional Cubana del 2019, en cuyo artículo 105 se lee:  “La Asamblea Nacional del Poder Popular es elegida por un período de cinco años. Este período solo podrá extenderse por la propia Asamblea mediante acuerdo…omissis…”.

Lo cierto es que estamos a las puertas de la renovación de nuestras autoridades regionales, a cuyos efectos estamos convocados a expresar opinión el próximo 22 de noviembre. A pesar de múltiples y variados  llamados a proponer un solo candidato para cada cargo, por la oposición,  en lo personal me parece correcto que ab initio hubiese una gama de ofertas para escoger el mejor, porque ella es vario pinta y a todas luces no tienen puntos de coincidencias en acción y propósitos, aunque todos sean contrarios al gobierno.

Era tiempo propicio para que la dirigencia nacional reflexionara, dialogara internamente, hicieran estudios cónsonos con nuestra realidad nacional, para que realizaran los convenios políticos pertinentes y al final saliera una propuesta unitaria. Como al parecer no ha sido  posible, nos corresponde a los ciudadanos escoger aplicando el principio de la economía del voto. Ya tenemos material para captar cuál de los candidatos tiene madera para cumplir con su cargo y sobre todo, para encargarse de la jefatura regional por el sector opositor para los acontecimientos por venir. En esos líderes que se designen debemos depositar nuestra confianza cumpliendo con nuestra obligación ciudadana, execrando por siempre del panorama político, a aquellos que captamos como miembros de la cuerda floja. En cada región es fácil apreciarlo si ponemos atención a la actuación  y propuesta de cada uno. Dios bendiga a Venezuela!

jesusjimenezperaza@gmail.com

27/10/2021.

 

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