Jesús A. Jiménez Peraza
@jesusajimenezp.
Creo
que el 22N nos dejó varios puntos por analizar. Uno de ellos es que el Consejo
Nacional Electoral dio muestras, lo que deberán ir consolidando y ampliando, de
ser el Poder del Estado piloto para la
recuperación de la institucionalidad. Lejos de la repulsión producida por
aquellas señoras con signos de parcialización, bajando por la rampa a suministrar unas
informaciones que no generaban confianza, vimos a unos rectores aplomados
encabezados por el presidente Pedro Calzadilla, que señalaban números coincidentes
con lo que habíamos sentido reflejados en las calles.
Nuestro
sistema electoral no tiene la perfección que el gobierno quiere vender, si lo
enfocamos integralmente. Se impidió la participación de mucha gente que no pudo
presentar su opción porque la Contraloría General de la República los inhabilitó indiscriminadamente y el Tribunal
Supremo de Justicia ha tomado unas decisiones interventoras alejadas de sus
potestades. Pero el órgano electoral administrativo principal mejoró ostensiblemente
y así fue reconocido por la Unión Europea, aunque ciertamente los cargos
ejecutivos del CNE u organismos subordinados están exclusivamente en manos de
afectos al gobierno a pesar que ninguno, conforme la CN1999, deberían tener
vinculación con partidos políticos.
Me
parece en segundo lugar que si debemos buscar algún culpable del hecho que el
oficialismo haya sacado un número sustancialmente inferior a sus adversarios y,
sin embargo, obtuvo 20 de 23 gobernaciones de Estado, no debemos imputarlo solo
a la división de estos últimos sino a la abstención. Una participación del 40%
en elecciones no presidenciales sino regionales o de renovación de funcionarios
medios, es muy buena en cuanto a los estándares internacionales y la tradición
vernácula, pero no para Venezuela en estos tiempos, donde debimos recurrir
masivamente a demostrarle al gobierno inconformidad con la forma como han destruido
al país, arrasando los recursos naturales, las empresas públicas y privadas y,
lo más grave, propiciado la diáspora de nuestra gente, tanto intelectualmente
calificada como la de técnicos y obreros.
La
abstención es un elemento muy importante porque el gobierno maneja a su antojo
a una capa electoral fija por miedo, por convicción o por incentivos económicos
que obligatoriamente tiene que ser superada. No sé hasta qué punto pueda ser
imputada a la división no oficialista la razón fundamental en los resultados.
Realmente en muchos casos es preferible ir separados y no que las diferencias
surjan después de obtenido el cargo. Los grupos políticos y las personas
individualmente consideradas no pueden
clasificarse por el sólo hecho de ser contrarios al gobierno, sino por sus
ideas y por sus ejecutorias.
Los
casos de Lara y Miranda son muy gráficos. Seguramente unidos los gobernadores
de esas entidades serían hoy Henry Falcón y David Uzcátegui, pero tendrían que
gobernar con la MUD, a pesar de las irreparables diferencias entre ellos e,
indudablemente, es más dañino para el pueblo de Venezuela y las perspectivas de
recuperación, tener un gobierno dividido. De haber sido mayor el caudal de
votos seguro que Falcón y Uzcátegui, aun habiendo persistido Carlos Ocariz con su propuesta, habrían sido
electos.
Un
tercer aspecto es que no resulta
razonable seguir esperando que con invasiones o violencia podamos ingresar al
siglo XXI, lo que requiere de la sustitución pacífica, constitucional y electoral
de todos los Poderes Públicos,
comenzando por el Ejecutivo para lo cual podemos accionar el referendo
revocatorio a partir del 05 de enero del 2022 o, en todo caso, por las elecciones del 2024. Los líderes cuya
bandera es la abstención, tendrán que explicar muy bien cuál es la alternativa
de sustitución e instauración de un nuevo gobierno en el país. No pueden
escudarse en la falacia que la abstención responde a su planteamiento, porque el grueso lo constituye el
abstencionismo natural de personas que no les importa para nada lo más
conveniente para el país. Su naturaleza es no participar.
En
cuarto lugar es fundamental que los diferentes partidos y agrupaciones
políticas pongan todos sus esfuerzos en consolidarse, mediante la utilización
de los mecanismos internos de democratización para la designación de su
dirigencia. Acción Democrática y Copei, los dos grandes partidos de la segunda
mitad del siglo XX en Venezuela se atomizaron porque impidieron la renovación oportuna de sus
autoridades o no se permitió el relevo generacional.
Los
partidos políticos son necesarios, pero no considerándolos plaza para componendas, sino como entidades para promover la participación
de los ciudadanos en la vida democrática y como controladores externos del
gobierno de turno. Ellos deben ser garantes de los nombres propuestos para los
órganos de deliberación. Deben ser instituciones que eduquen a sus dirigentes medios
y a su militancia. La existencia de partidos políticos fuertes no descarta la
existencia de agrupaciones conformadas por dirigencia y seguidores con ideales
comunes, sin que necesariamente se erijan sobre principios filosóficos afines.
En
nuestro criterio no podemos dejar pasar la oportunidad de activar el referendo
revocatorio a partir del 05 de enero del 2022. Es una salida democrática, está
prevista en la CN1999, tiene un reglamento aplicable aunque puede ser adaptado
por el nuevo CNE. No es fácil su mecánica y ejecución porque las autoridades
han dificultado las exigencias extremando las genéricas previstas en la CN1999.
Es cierto que el texto constitucional es programático, allí se aprobó la
existencia del referendo revocatorio que debía ser desarrollado mediante una ley,
la cual fue aprobada por el Asamblea Nacional del 2015, pero neutralizada por
actuaciones de la Sala competente del Tribunal Supremo de Justicia. Creo que
con voluntad pueden ser superadas las trabas porque el pueblo de Venezuela está
conteste en la necesidad de cambiar democráticamente al actual gobierno.
El
hecho que los votos opositores hayan superado al oficialismo el 22N es el mejor aliciente.
Es incierto que la propuesta del revocatorio impediría la reactivación
económica. Mientras el presidente Maduro permanezca en el poder, tal hecho es
imposible. En ningún país comunista se ha logrado activar la economía al
servicio del común de la población. Es cuestión de ver en la historia la
diferencia entre la Alemania comunista o República Federal Alemana (RFA) y la
República Democrática Alemana (RDA), felizmente unificada con la caída del muro
de Berlín. La primera en las postrimerías de su existencia estaba desmoralizada, endeudada, con estándares
diferentes en estatura y peso promedio de la población, todo favorable a la
parte occidental.
Más
recientemente en la actual República Popular China rige propiamente un sistema
mixto. Es un capitalismo de Estado, con una capa empresarial robusta de libre
mercado y otra, rememorando el antiguo sistema único comunista, donde la
población sufre todas las consecuencias de la falta de servicios y salarios de
hambre.
También
Corea del Norte (comunista) y la del Sur (capitalista) son ejemplos para
analizar. La última supera ampliamente a la primera en índices económicos,
educacionales y servicio. En América la República de Cuba ha sido un ejemplo de
estancamiento en todos los aspectos durante los últimos sesenta años, gracias
al régimen comunista impuesto por los Castro.
En
conclusión creo que la reciente consulta electoral produjo mucho material para
ser analizado y aplicado en el país. Dios proteja a Venezuela!
jesusjimenezperaza@gmail.com
25/11/2021.
Saludos Chubeto
ResponderEliminarAunque deseos no preñan, sabes que estamos sumados en ese esfuerzo. Pero veo con algo de pesar que nuestro amigo G Rosel recién se manifestó como jarto del esfuerzo, ojala rectifique y continuemos en la lucha por la búsqueda de la ruta adecuada para salir de esta tragedia.
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