Jesús A. Jiménez Peraza
@jesusajimenezp.
La potencial invasión rusa a Ucrania pone sobre el tapete la posibilidad extrema de iniciar la última guerra sobre el planeta y, a la vez, la poca o nula eficacia en las actuaciones de la Organización de Naciones Unidas, que desde 1945 no ha conseguido la fuerza suficiente para constituirse en verdadero custodio de la paz, no solo entendida como la ausencia de confrontación armada, sino el contexto propicio para que los seres vivientes, incluida vegetación y animales, podamos vivir en condiciones mínimas, con igualdad, acceso a la educación básica, agua potable, alimentos, trabajo y que los derechos humanos dejen de ser una entelequia.
Siempre
he sentido temor ante el poder omnipotente de Dios, pero con la seguridad que
en su infinita bondad no va a causar un daño irreversible a la humanidad. Sin
embargo, un miedo casi similar pero sin
la esperanza para sentirme seguro de la sobrevivencia
de nuestra especie, sentí con la
sentencia del señor Putín cuando en tono muy amenazante dijo que no tendríamos
tiempo ni de pestañar, si estallaba un conflicto en aquella lejana región, para
graficar el poderío atómico tanto de rusos como de la OTAN.
En
Venezuela el ambiente continúa de mal para peor, quienes ven una burbuja
económica de bienestar, no entienden que solo es una forma de enrostrar la
grosera riqueza de pocos, sobre las necesidades de la inmensa mayoría. La
cartera de quien conduce un Ferrari por las avenidas de Caracas, guarda mucho más
dinero que la suma de lo portado en los bolsillos de los pasajeros de un vagón
del Metro o de varias busetas. Todo directa o indirectamente es producto de las
erradas políticas gubernamentales, que siguen las funestas y ya superadas líneas
del fracasado socialismo, que con variantes es el punto de unión entre Rusia y
Venezuela.
Algunos
creen debemos escoger de una vez, a través de primarias, al candidato electoral
del 2024, esa conducta luce inoportuna. Ello
implica comenzar una campaña electoral anticipada y sin sentido. Ahora
corresponde dedicarnos a legitimar y fortalecer nuestras instituciones medias,
incluidos los partidos políticos. Comenzar a resolver necesidades de la gente
común que no pueden esperar más, transando con el oficialismo si es necesario
algunos programas y métodos de abordaje a los problemas cotidianos.
Internamente
pero con verdadero desprendimiento e íntima convicción, lo procedente es que entre esos potenciales candidatos con
aspiraciones in péctore, haya un examen de conciencia capaz de hacerlos discernir
sobre la conveniencia o no de presentarse en las futuras primarias, que deben
ser no antes de los seis meses que preceden a las elecciones. Si creen
tener capacidad y liderazgo para conducir el país en estas horas
menguadas, deben entender que ese lapso es suficiente para persuadirnos
sobre la conveniencia o no de su
postulación. Antes deben otear su interior para determinar, como decía el Dr.
Eduardo Fernández hace unos días por TV, si son capaces de ejercer como jefes
de estado y por tanto de unificar al país; de ser jefes de gobierno, lo que es
requerido para conformar un equipo interdisciplinario central y varios
sectoriales para diagnosticar problemas, identificar errores, proceder a enfrentarlos, resolverlos y para
remarcar las líneas de la descentralización. Deben apreciar con sinceridad si
son apropiados administradores para dirigir la Hacienda Pública Nacional y
tienen la autoridad para coordinar, dirigir y paulatinamente depurar los
distintos componentes de la Fuerza
Armada. Personalmente agrego que deben sentirse capaces de admitir con
humildad, que no son el Estado y por tanto quedarán obligados a respetar el
radio de acción de los demás Poderes Públicos, deslindando las funciones
propias de estos y colaborar con ellos.
Las
condiciones de elegibilidad del Presidente de la República son formalmente muy
sencillas: venezolano por nacimiento, sin otra nacionalidad; mayor de 30 años;
de estado seglar y no estar sometido a condena por sentencia definitivamente
firme. Así lo establece el artículo 227 CN1999, pero además debe saber leer
debidamente para entender hasta la aprehensión, el contenido de nuestra ley
suprema la cual nunca más debe ser desaplicada por acto de gobierno.
Entiendo
que la oferta de apoyo militar del presidente Maduro a Rusia en su
enfrentamiento con la Organización del Atlántico Norte, de la cual forma parte
Ucrania, no pasa de ser ficción, un chiste violatorio de nuestro artículo 13
CN1999, que nos califica como zona de paz. Pero cómo se explica esta actitud al
hombre en la calle que lucha diariamente para buscar el pan a sus hijos; a
quien trata de conseguir las costosísimas medicinas requeridas para enfrentar
el virus mortal alojado en cuerpos desnutridos o soportar el estrés en las
colas para abastecerse de gasolina.
Si
los grandes jefes de Gobierno en el
mundo no aceptan los límites a su
poderío bélico y su responsabilidad en el uso del arsenal, según imponen los
órganos y tratados internacionales y, si concretamente en Venezuela, no se
respetan los principios y normas constitucionales y legales, volveremos más
temprano que tarde a la Edad de Piedra (el mundo) o a la Colonia (Venezuela),
bien porque en efecto se haga uso efectivo de la energía nuclear con fines de
destrucción masiva, o porque se acabe de diluir la esperanza, entre nosotros,
de ver un país como tierra donde mana leche y miel, como nos corresponde.
Dios bendiga a Venezuela!
jesusjimenezperaza@gmail.com
19/02/2022.
Creo que vamos a regresar a la colonia. Si hay guerra relámpago ( solo vamos a ver los relámpagos de las explosiones nucleares) como la ofrece Putin, se exterminaran Rusia, EE.UU. y Europa. Pasaremos a ser colonia de la súper potencia China, sin gasolina y sin riqueza porque nuestras refinerías serían destruidas por las bombas.
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