jueves, 27 de octubre de 2022

Extranjeros, migrantes y refugiados.

 



Jesús A. Jiménez Peraza.

@jesusajimenezp

         


Son tres conceptos distintos social y jurídicamente considerados. Libros y reseñas escritas antiquísimas, como la Biblia, reconocen la especial condición humana de los extranjeros. El Derecho Romano desde sus inicios e incluso antes de su codificación y la expansión territorial del Imperio, los incluyó como titulares del ius gentium o derecho de gentes, equivalente a beneficiarios de una garantía natural, innata e irrenunciable que se entendía como atributo de todo ser vivo, por el solo hecho de ser criatura de Dios.

Los extranjeros podían poseer viviendas, trabajar y contraer matrimonio, siempre que fuera entre la misma clase social. Posteriormente las leyes romanas fueron extendiendo los derechos, bajo condición que no hubiesen  luchado contra el imperio limitándose a los ciudadanos, en  exclusiva,  la posibilidad de votar y  postularse para cargos públicos.

El extranjero, cuya característica básica es vivir en tierras distintas a las de su origen, se entiende siempre que responde a una condición individual. No se concibe en grandes contingentes humanos, salvo excepciones, porque en esos casos pasan a una categoría distinta: los migrantes.

Las migraciones son  grupos de personas que se trasladan desde su país de origen (emigrantes) a otro (donde son inmigrantes) normalmente vecino o de mayor potencial económico,  buscando un bienestar integral que no pueden conseguir en el propio. Los beneficios buscados no solo son estrictamente financieros, sino calidad de vida, mejor acceso a servicios públicos,  médicos o educacionales.

Las dificultades propias y la pobreza de los países receptores, encubren  los efectos positivos de la inmigración (para quien recibe), como son el fortalecimiento de la capacidad industrial o de producción, aprovisionamiento de mano de obra calificada, el aumento de la capacidad laboral y del consumo, lo que genera como contrapartida,  conflictos personales y violencia, magnificándose la xenofobia.

En 1951 el mundo comenzó a dar importancia al fenómeno por lo que la ONU, creó la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), coordinada por organizaciones gubernamentales y ONG´S.

Otro grupo similar aunque de mayor complejidad son los Refugiados, donde el desplazamiento se basa en razones políticas, por guerras o ataques religiosos o étnicos. Las migraciones pueden ser internas, dentro del  mismo país, pero para que se dé la condición de refugiado, necesariamente debe abandonarse el lar de origen.   La condición de Refugiado, fue establecida por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) con los Estatutos del 28 de julio de 1951 y un Protocolo de 1967.

Es importante la diferenciación, porque de considerarse el estatus de refugiado, los beneficiarios tienen  derecho a la no repatriación, trabajo remunerado, derecho de circulación, vivienda, educación, asistencia médica y jurídica e identificación. A su vez, los refugiados asumen el deber de respetar la legislación interna de cada país y no intervenir directa ni indirectamente contra el país de donde es originario.

En principio el Estatuto de 1951, retrotraía sus efectos de tutela a los hechos acontecidos con anterioridad, regulados por las convenciones de 1926, 1928, 1933 y 1938, claramente relacionadas con las dos guerras mundiales, pero por los diferentes actos sucedidos fundamentalmente en África, Europa y Asia con posterioridad, a partir de 1967, se extendió la posibilidad de conceder el régimen de refugiados por hechos posteriores a esa fecha.

El fenómeno actual en  Venezuela es realmente alarmante y atípico. En primer lugar porque no somos un país históricamente  acostumbrado a emigraciones. Cuando más conseguimos en nuestras páginas de Historia, la Emigración a Oriente iniciada el 7 de julio de 1814, cuando los caraqueños, guiados por Simón Bolívar, huyeron de las amenazas que representaba el avance de José Tomás Boves hacia la capital. En segundo lugar observo que emigramos a países del área donde no existe seguridad personal, fuentes de trabajo o centros educativos suficientes para sus propios ciudadanos, menos para inmigrantes no debidamente programados.

Algunas noticias provenientes de países suramericanos refieren mayor índice de violencia y crecimiento de economía informal, con la llegada en masa de venezolanos, en parte porque han emigrado muchos indeseables, pero a ello se unen las condiciones de subdesarrollo del anfitrión. En contracara, hemos dado un gran impulso a  economías foráneas aumentando producción de bienes y servicios, por el vasto contingente de nacionales con alto nivel de capacitación técnica, profesional y obreros especializados.

No tengo forma de precisar si las cifras que se dan en relación a los emigrantes venezolanos son ciertas. Algunos hablan de 7.500.000 personas, lo que representa un cuarto (1/4)  de la población, que me parece exagerado si consideramos los volúmenes  debidamente documentados en el mundo.

Este fenómeno social debería ser estudiado y debidamente explicado por el gobierno nacional, porque no es común que grandes contingentes se desplacen en las condiciones antes referidas, ni es lógico pasar por sitios tan inhóspitos como el Tapón del Darién.  Si observamos el caso de los cubanos, se arriesgan atravesar por un mar plagado de tiburones, pero no van hacia países de Centro América, sino para Estados Unidos, en busca del sueño americano.

La Organización de Naciones Unidas, el Derecho Internacional y las O’NGs relacionadas con DDHH deben replantearse esta situación de los extranjeros, las migraciones y los refugiados, con convenios multilaterales, leyes internas y programas de asistencia al respecto. Las fronteras en el mundo se están borrando por muchas causas y los casos tan complejos como este en análisis, deben estudiarse y actualizarse en frío, antes que se desborden. Dios bendiga a Venezuela!

jesusjimenezperaza@gmail.com

27/10/2022.

 

 

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