Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
Una de
las dificultades mayores que conseguía al sistema es la escogencia del gobierno.
Este debía estar sostenido sobre el
consenso, siempre por los mejores, porque no se trata que prevalezcan las masas
sino de un modelo normativo más puro, donde pueda imponerse la igualdad y la
libertad para todos los ciudadanos, ricos, pobres y medios con un horizonte
político previsible y estable.
Sin que
implique renuncia a la libertad individual los seres humanos aceptamos la
imposición de una serie de principios y valores, bien porque nacieron con el hombre mismo, son innatos, o
bien porque se fueron desarrollando a
través de instituciones y leyes, adaptadas según las características y
costumbres de los distintos lugares donde imperan. Es este proceso pacífico lo que permite la
convivencia y da paso a los cambios paulatinos y necesarios, sin causar traumas sociales.
Cuando
los dirigentes no conducen al colectivo con igualdad y libertad, diseñadas
previamente en normas escritas e impiden, de alguna manera, que se produzcan
los cambios que la sociedad requiere surgen las revoluciones que son aceptadas en principio, precisamente,
porque son consecuencia de incumplimientos injustificados por parte de los mandatarios,
ocasionando la violación de los derechos reconocidos y aceptados por la
mayoría.
Así nació
la Revolución Bolivariana. La CN1961 había sido una extraordinaria carta magna,
sin embargo quizás por la premura en su aprobación por todas las fuerzas
políticas del momento, dejó entre otros, un gran problema sin resolver, como fue el tema
del Poder Judicial cuyo órgano administrativo superior, sería el Consejo de la
Judicatura. Su organización y atribuciones no se determinó en el texto
constitucional, sino que fueron delegadas a una ley orgánica que se dictaría en
el futuro con la sola limitante, etérea e imprecisa, de darle adecuada
representación a las otras ramas del Poder Público.
Creo que
la República Civil de la segunda mitad del siglo XX se caracterizó, por los Poderes
Ejecutivo y Legislativo fuertes; robustos partidos políticos, pero un Poder
Judicial muy débil, dependiente, que desdibujó la igualdad ante la ley. Al
final se desbalancearon los Poderes Públicos, de tal manera que el Judicial no fue capaz de soportar las
presiones políticas, la popularidad del comandante Hugo Chávez y posteriormente,
la fuerza de la Asamblea Nacional
Constituyente, no prevista en la Constitución, por ende sin normas previas para
su convocatoria, instalación y deliberación.
Todo bajo la anuencia de sentencias complacientes, incongruentes e
inmotivadas dictadas, concretamente, por la Sala Político Administrativa de la Corte Suprema de Justicia.
La Revolución
Bolivariana pudo desviarse hacia un socialismo no aprobado popularmente, sino por
imposición unilateral del presidente Hugo Chávez, también gracias a la
debilidad del Poder Judicial, esta vez representado por la Sala Constitucional,
quien hizo y permitió una interpretación laxa de nuestro sistema y tinglado
jurídico, dando paso a la intervención de los tribunales constituidos; a la
conformación no ortodoxa del máximo Tribunal de la República, tanto al
iniciarse la regencia de la nueva Constitución como en las posteriores
designaciones de magistrados; a la reelección indefinida del Presidente de la
República, sustentada en una enmienda cuya inconstitucionalidad fue obviada por
decisión de la Sala competente el 03 de febrero del 2009, con base a una tesis
sesgada sobre la alternabilidad como principio de la democracia y la irregular convocatoria de la Asamblea
Nacional Constituyente en el 2017, que concluyó después de tres años, sin
resultado tangible pero si con la aprobación de algunas importantes “leyes constitucionales”.
Es
necesario afrontar con seriedad y responsabilidad una profunda revisión de nuestras bases democráticas, dentro del
mismo marco constitucional actual, comenzando por la elección de un
incuestionado jefe del Estado, porque estamos en una crisis muy profunda y
variada, que requiere de un bien formado líder para la nación y la
reestructuración del Poder Judicial, simplemente cumpliendo las pautas
constitucionales ya aprobadas en referendo nacional. Si no logramos elegir un Presidente de la
República, con autóritas y prestigio dentro y fuera del país y regular la
autonomía, independencia, eficacia,
disciplina, decoro de los tribunales y el establecimiento de la carrera judicial,
no lograremos reestablecer nuestra democracia como soporte del estado de
Derecho. Dios bendiga a Venezuela!
05/11/2022.
La democracia está además, caro Jesús, sojuzgada y por tanto represada represada por las fuerzas armadas y otros elementos irregulares extranjeros. La neodictadura es el signo de hoy. Te felicito por la hilvanacion de tu análisis. Gran abrazo.
ResponderEliminar