sábado, 4 de febrero de 2023

La Apertura del Año Judicial ha de ser un canto a la justicia.

 

Jesús A. Jiménez Peraza.

@jesusajimenezp


Hace algunos días se dio cumplimiento a un acto meramente protocolar denominado Apertura del Año Judicial, que marca el inicio anual de las actividades de los tribunales en el país. Sirve fundamentalmente para reunir a los representantes de los diferentes Poderes del Estado; presentar estadísticas sobre juicios sentenciados que no significa necesariamente resueltos, entre otras cosas, porque los litigios nunca concluyen y renovar las viejas promesas de adecentar la distribución de la justicia y hacerla funcional.

La actual presidenta del máximo tribunal, Dra. Gladys Gutiérrez, manifestó que durante el año 2022 se emitieron 423.242 sentencias en los diferentes despachos ordinarios y especiales, lo cual equivale al 74% más en relación al anterior. Puso mucho énfasis, según la escueta reseña periodística, en los supuestos altos niveles de eficiencia, el respeto por la supremacía de la Constitución y en la protección de los derechos fundamentales del pueblo venezolano.

También informó sobre el número de actividades académicas cumplidas y el posicionamiento que nuestro país ha adquirido a nivel internacional en el área, acotación que no parece coincidir con las investigaciones ordenadas por la Corte Penal Internacional y declaraciones del Fiscal Karim Khan, quien con precisión y buen tino ha desligado reiteradamente sus actividades técnico – jurídicas, con la búsqueda de un cambio de gobierno, que es asunto exclusivamente de política interna.

En su alocución el presidente Nicolás Maduro, no pareció coincidir con las apreciaciones de la magistrada Gutiérrez, ya que desde la acera de enfrente, criticó lo mucho que falta por hacer y el hecho que “la casa de las leyes” no ha llegado al hombre y la mujer de a pie, quienes siguen clamando por justicia y honestidad.

El discurso de la magistrada Gutiérrez fue muy similar al del Dr. Maikel Moreno, cuando en la Apertura del año 2022 ofreció un nuevo orden jurídico, ético, moral y político para avanzar y asegurar el ejercicio de los derechos humanos en lo estructural, gracias a la acción del Poder Judicial. Ofreció el Dr. Moreno, entonces, una justicia como realidad tangible y no como una lejana esperanza. No se diferencian mucho el contenido de ambas disertaciones  con las ofertas del candidato Hugo Chávez durante su primera campaña electoral y luego, la del presidente Chávez cuando en  el proceso constituyente hablaba de un perfeccionamiento de la democracia y adecentamiento del Poder Judicial a través de la refundación de la República, como fin teleológico de lo que sería la nueva Constitución.

El tema de la justicia, en la actualidad, es mucho más profundo y complejo que los análisis retóricos que hacen las autoridades el día festivo de la Apertura. Deben hablar con mayor franqueza y analizar el Imperio no ya de la Ley, sino de la Constitución Nacional por su superioridad jerárquica y del control de la Convencionalidad, porque ambos están entrelazados   dentro de un sistema  que sobrepasa el Derecho positivo nacional, integrándolos dentro de un todo,  cuyo centro es la protección de los derechos humanos y con ellos de la dignidad del hombre.

Muchos dispositivos constitucionales han sido violentados por omisión de aplicación o por interpretación distorsionada, durante los últimos 20 años. Nada avanzamos con aumentar el número de sentencias publicadas, si ellas no están vinculadas con el respeto a los tratados, pactos y convenciones internacionales, quienes por mandato de la CN1999 (artículo 23), prevalecen en el orden interno siempre que reconozcan los derechos y garantías a la ciudadanía, aunque no estuvieren expresamente tipificados.

Ha debido advertirse dentro de la solemnidad del acto, que convierte al Tribunal Supremo de Justicia al menos durante ese día especial,  en la cúpula de los Poderes del Estado, que no puede el gobierno bajo ninguna excusa, negarse a discutir el establecimiento de un salario mínimo real, vital para garantizar la subsistencia de la familia venezolana,  considerando la realidad de la deprimida economía nacional. También debió analizarse los peligros que conlleva  una ley próxima a concluir  su proceso para la promulgación en la Asamblea Nacional, como la de Fiscalización, Regularización, Actualización y Financiamiento de las Organizaciones No Gubernamentales y Afines, porque ella entorpece la labor de los defensores de derechos humanos que son universales y progresivos.  

Los tribunales habrán avanzado en el desempeño de su altísima función cuasi divina y responsabilidad, solo cuando sustituyan el cumplimiento exegético de la ley, e incluso por qué no decirlo si es hecho conocido y por desgracia generalizado, cuando sus sentencias dejen de responder a fundamentos distintos a lo establecido en las normas y en los valores humanos, y comiencen a aplicar la justicia distributiva y la conmutativa. Con la primera se reparten los beneficios, deberes y derechos de la sociedad en consideración a la actividad económica global y la segunda, cuando la regulación se hace dando a cada quien cuanto le corresponda, conforme a la relación de un sujeto con otro.

Ojalá y alguna vez el Inicio del Año Judicial, sirva más que como simple acto protocolar y de recuento, para cumplir con las instrucciones de san Juan Pablo II, según las cuales lo importante es la búsqueda de la paz entre los hombres, lo que no equivale a la ausencia de guerra, puesto “no hay verdadera paz sino viene acompañada de equidad, verdad, justicia, y solidaridad". Dios ilumine a nuestros jueces y bendiga a Venezuela!

 

jesusjimenezperaza@gmail.com

04/02/2023.



3 comentarios:

  1. De acuerdo contigo. Deja mucho que desear nuestra administración de justicia. No basta el número de sentencias. Ese no es el mejor indicador. Hacer justicia es más que eso, por ejemplo preservar la separación de poderes y los DDHH y no utilizar a los tribunales para perseguir la disidencia o para venderse al mejor postor.

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  2. La realidad indica que es más protocolo que resultados; nadie en el país está divorciado de lo que señalas, pues todos estamos inmersos en una grave situación, lejana a lo que se pregona. Si la justicia es lo que se quiere no solo el poder judicial debe ser expedito y certero en los resultados, el divorcio entre el ejecutivo y el poder judicial es inocultable ahora solo falta que lo acepten...ya el circo está finalizando la función.

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  3. Cierto lo es , lo importante no es en número de sentencias sino el que las mismas contengan el respeto al texto constitucional y a un verdadero sentido de justicia . Existe un vicio grave , cual es legislar cuando la labor de los tribunales es aplicar las leyes , no promulgar las en un abusivo recurrimiebto al avocamiento de oficio y la emanación de decisiones con carácter vinculante . Ejemplo : el caso contra el diario El Nacional . Coincido : ese acto de apertura del año judicial es simplemente protocolar y se aleja de la realidad que afecta a esa rama del poder público nacional .

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