Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
Al papa Francisco, a los diez años del inicio de su pontificado, haciendo una Iglesia más humana, más cercana y más justa.
Como he dicho en diversas oportunidades siento una gran admiración por san Juan Pablo II, a quien considero uno de los más grandes líderes en la historia de la humanidad, sin embargo, reconozco que el papado está en debidas manos actualmente, porque SS Francisco nació y se formó en Latinoamérica, que enfrenta en este siglo problemas de pobreza extrema, migración, malos gobiernos de izquierdas y derechas, que sólo se comparan con las angustias de Europa en el siglo XX, por sus guerras mundiales e internas.
Creo que
el actual Papa tiene mayor flexibilidad para enfrentar algunos cánones que se
consideraban pétreos en nuestra religión católica. Claro, no puede ser de otra
manera, Cristo mismo interviene en la elección y asunción de cada Pontífice
para lo cual utiliza métodos y senderos, a veces incompresibles por nuestros
ojos de simple mortal.
Cuando me
refiero a una época de oro, no es porque sea sin baches, sin problemas ni
contratiempos, sino porque cada piedra
que surge, Su Santidad sabe cómo
sortearla de la mejor manera sin desviarse de la doctrina, con firmeza, humildad,
bondad y sabiduría, conjunto de atributos que sólo se explican por actuar bajo
la dirección directa del Supremo Creador.
El
arzobispo primado y cardenal de Buenos
Aires Jorge Mario Bergoglio inició su papado en marzo del 2013, siendo
presidenta de Argentina Cristina Fernández de Kirchner, quien su peronismo y
confusión ideológica al pasar la línea
entre el socialismo y liberalismo, a cada rato,
según convenga a sus intereses, le impide una buena relación con el
nuevo Papa, primer jesuita en el trono de San Pedro, primero del hemisferio Sur
y el primero no europeo desde el siglo VIII, por lo que trata el gobierno de su
país natal, de hacerlo aparecer como comunista y colaborador de las para
entonces recientes dictaduras en Argentina, posición incongruente porque los
militares que encabezaban dichos gobiernos eran de extrema derecha, no
comunistas.
La obra
de mayor trascendencia de los Sumos Pontífices son las encíclicas, porque ellas
contienen las orientaciones y adaptaciones del jefe de la Iglesia en un momento
determinado, sin apartarse de la rancia disciplina de la iglesia, llena de
historia y conocimiento.
SS
Francisco hizo, el mismo año de iniciar su período, aportes esenciales a “Lumen
Fidei”, la Luz de la Fe, escrita por su antecesor Benedicto XVI dirigida a los presbíteros, diáconos, personas consagradas y
fieles laicos, que contiene un mensaje de Jesucristo conforme al cual vino como
Luz al mundo, por tanto quien tenga fe y crea, no quedará en tinieblas. Ello traduce,
indudablemente, un aliciente para todos los cristianos que no pocas veces nos
desalentamos por lo que sucede en el país, el continente y el mundo.
Después
publica “Laudato Sí”, Alabado seas, dirigida a todos los habitantes de la
Tierra, agobiados por el problema de la
contaminación y cambio climático, que aun cuando afectan grave y especialmente
a los excluidos, es universal ante nuestra incapacidad de absolver o reutilizar
en forma apropiada los residuos y desechos, de un sistema industrial que incita
a la producción masiva y el consumo. La Carta analiza a profundidad, el reconocimiento al derecho de
propiedad privada pero nunca como absoluto, en aplicación del principio del destino
universal de los bienes. Así recordó: “La tierra no se venderá a perpetuidad,
porque es mía y vosotros sois forasteros y huéspedes que vives conmigo” (Levítico
25, 23).
Fratelli
tutti, Hermanos todos, es su tercera carta encíclica, contiene un llamado a
transformar las relaciones internacionales, la política, la economía y demás
ciencias y disciplinas que impliquen formas de ignorar o controlar a nuestros
semejantes. Es un llamado a la aplicación del amor verdadero entre los seres
humanos, como hijos de Jesucristo, pero que se traduzca en hechos, no quedando
en simples palabras.
El Papa
ha hablado claramente sobre temas controversiales, complejos y difíciles como
la homosexualidad, incluida en los sacerdotes, con la famosa interrogante de
quien soy yo para juzgar? que distingue, separándola, de la llamada ideología de género, porque ésta diluye las diferencias que atentan
contra la vocación humana.
Cree en
una Iglesia más universal, más justa, que siga la línea pastoral del perdón y
la comprensión. En entrevista concedida a
La Nación, diario argentino, con ocasión del décimo aniversario de su
pontificado, reconoce las dificultades para enfrentar el tema oscuro de las
finanzas de El Vaticano, con la ayuda del cardenal George Pell, tesorero, quien
tuvo posteriormente problemas judiciales en una corte de Australia, por
conducta inapropiada, poco tiempo después fue declarado inocente.
Trata adecuadamente un libro recién publicado en Polonia, donde se acusa a San Juan
Pablo II porque, como cardenal, presuntamente
ocultó información sobre un sacerdote
abusador, sin reparar que se trataba de las usanzas de la época. Este es un
tema complicado de abordar, siendo aceptada su discusión, por primera vez y en
forma pública por Benedicto XVI. Igual comentario le merece el llamado “caso
Boston”, sobre un sacerdote pederasta que abusó de un centenar de niños, entre
ellos un menor hijo de padres esquizofrénicos.
Creo que
el acierto de mayor relevancia de SS Francisco, es haber permitido que se hable
abiertamente de temas considerados tabú en la iglesia, en la política, aunque puedan considerarse inconvenientes por los efectos económicos o
sociales, en todo el universo. Esa conducta acerca la iglesia a la gente, la
humaniza. Dios bendiga a Venezuela.
17/03/2023.
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