Política, ética y legalidad.
Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
Estos
tres adjetivos debemos tenerlos en consideración si realmente queremos, no
solamente sustituir al actual gobierno, como debe ser, en forma
pacífica y electoral, sino enrumbar a Venezuela por un camino de
consolidación interna y, a la vez,
ubicarnos positivamente dentro del concierto de naciones, que también
deben estabilizar sus economías y sistemas políticos, amenazados por diferentes
factores.
Anteriormente
nos hemos referido a la política, no solo en
su origen etimológico, sino
como actividad humana que permite
diagnosticar problemas sociales, orientar soluciones y, como consecuencia,
corregir males colectivos. Pero ella debe estar concebida como una forma de
servicio, por eso hablaba san Juan Pablo II de la utilización de la política
para el desarrollo de instituciones democráticas y participativas, que someta
la economía, la tierra y los bienes al
bienestar del hombre, permitiendo un nuevo orden universal que garantice la
justicia y la paz, como actitud
responsable hacia la Creación.
Es
realmente lamentable el escándalo que de nuevo
sacude a Venezuela, cuando un grupo de funcionarios que llegaron a
ocupar altos cargos dentro del gobierno impuesto por una abultada mayoría,
ahora atomizada, asumiendo legítimamente la administración de nuestros
recursos, han traicionado ese mandato.
Tales hechos y consecuencias deben servir de ejemplo para quienes aspiran
gobernar en el futuro.
La
política, como cualquier otra actividad debe estar asentada en la ética y en la
legalidad. La primera son normas morales, de valor, como el bien común y la
justicia en sus diferentes aspectos, que
van más allá del respeto hacia los demás seres humanos individualmente
considerados, puesto debe estar vinculada con la admisión de la carga que a
cada quien le corresponde en la comunidad.
Algunas
personas por sus estudios, conocimientos e incluso circunstancias y
oportunidades, ocupan unos lugares de
privilegio en la conducción de la cosa pública, de la cual no puede
aprovecharse en detrimento de sus semejantes, sin faltar a los principios de la
justicia distributiva.
Immanuel
Kant, pensador, filósofo y jurista denso, en
su crítica a la razón práctica explica
la auto imposición de una norma moral a priori, la cual asocia
directamente a la política, con el fin de
constituir un orden civil, cuyo cumplimiento es lo que le genera
eficacia.
Pero
además de la norma moral, interna, quien aspire dirigir tiene que someterse a
unas normas escritas, aprobadas conforme está dispuesto en el ordenamiento
jurídico. De allí la extraordinaria y perfecta definición que Kant hace de la
ciencia del Derecho, como “El conjunto de condiciones por las cuales el
arbitrio de cada uno puede coexistir con el arbitrio de los demás, según una ley universal de libertad”.
El
arbitrio que se impone cada quien en
forma previa e íntima es la ética, pero ella debe convivir con el albedrío de sus semejantes, igualados a través de la
ley para que pueda darse la coexistencia pacífica y civilizada, ese es el
Derecho, la ley, cuya cadena orgánica
encabeza la Constitución Nacional.
No creo
que todos los candidatos que aspiran, a través de la consulta primaria, participar en las
próximas elecciones nacionales, puedan definir con palabras y demostrar con el
ejemplo de su vida pública, la esencia de los tres conceptos bajo análisis.
Tampoco el candidato que propone el chavismo disidente a través del ex presidente de PDVSA Rafael Ramírez, pescando
en río revuelto.
De manera
que nos corresponde a nosotros, los ciudadanos, determinar quiénes deben
conducir el país durante el próximo sexenio,
con el norte de recuperar no solo el aspecto económico y de
infraestructura destruida durante los últimos veinte años, sino ante todo la
institucionalidad, porque a través de ella es que se puede y se debe actuar.
El
gobierno sabía lo que estaba pasado en PDVSA y sabe lo que sigue pasando en los
sistemas judicial, registral y notariado; en la explotación de nuestra minería sin
respetar normas de protección ambiental; con las violaciones a las ordenanzas
que regulan el urbanismo, en la cara ostentosa de la ciudad de Caracas; con la falta de presentación de debidas cuentas
por la administración de bienes nacionales situados fuera del país y un largo etcétera.
Todos
sabíamos de las consecuencias nefastas que estaba causando, y causa, el morbo
de la corrupción. En diferentes escenarios y durante años fuimos advertidos por
líderes de primer orden como Rómulo Betancourt, Arturo Uslar Pietri y Eduardo
Fernández, para citar solo tres insignes políticos venezolanos, en representación de distintas esferas: el
gobierno, la academia y la política de altura. No se les hizo caso, no se
corrigieron entuertos y hoy vivimos las secuelas.
Pero este
país tiene los recursos materiales y humanos para voltear la página y seguir
adelante. También a la centuria pasada entramos tarde, pareciera ser que es
nuestro destino tener siglos de setenta u ochenta años apenas! Por ahora nos
corresponde buscar un candidato idóneo e integral para las elecciones que se
aproximan. Dios bendiga a Venezuela!
24/03/2023.
(*) Immanuel Kant (Königsberg,
Prusia; 22 de abril de 1724-Königsberg, Prusia; 12 de febrero de 1804) fue un
filósofo prusiano de la Ilustración. Fue el primero y más importante
representante del criticismo y precursor del idealismo alemán. Es considerado
como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y de la
filosofía universal. Además es uno de los últimos pensadores de la modernidad,
anterior a la filosofía contemporánea, cuyo origen suele situarse en 1831 tras
la muerte de Hegel (Wikipedia).
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