jueves, 24 de agosto de 2023

Guerra declarada contra la alternabilidad democrática.

 

Jesús A. Jiménez Peraza.

@jesusajimenezp 


Al principio tomé el “no volverán” del presidente Chávez y el “no saldremos ni por las buenas ni por las malas” de su sucesor en Miraflores, en forma jocosa. Interpreté la primera oración, como expresión jactanciosa del recién llegado que pensaba  constituirse en líder eterno y  gozaría de respaldo popular  indefinido.

La segunda, un poco más contundente, como una forma de desestimular a la masa electoral que ahora le es abismalmente adversa y que solo requiere de convertirse en votante activo, para propinar al oficialismo  una aplastante derrota electoral, pero que será provisional si quien asuma el gobierno por la oposición no tiene las condiciones de un verdadero estadista, capaz de capear la tormenta que se avecina y satisfacer las necesidades más perentorias de la desorientada población venezolana.

Hoy ya no me parecen graciosas tales expresiones. El mundo en general se está tornando peligroso regido por gobiernos de ambos extremos, comúnmente clasificados como de derecha y de izquierda, encarnando el liberalismo y el comunismo. Ninguno ejerce la verdadera política como ciencia, matizando sus doctrinas originarias para respetar leyes no escritas de mercado, de ecología, de humanismo, de respeto a los derechos humanos individuales y colectivos, sino alejándose de principios naturales como el de formar una familia, cuyo tronco originario es un hombre y una mujer, que deben educarla para la convivencia pacífica y productiva.

Esas expresiones de los dos últimos mandatarios nacionales, reviven el egocentrismo y deseos de perpetuidad en el poder que definieron al absolutismo francés, representado fundamentalmente  por Luis XIV y Luis XV con sus lapidarias sentencias de  “el Estado soy yo” y “después de mí, el diluvio”, además de violentar la soberanía que reside en el pueblo quien es el único capaz de poner nombre, mediante el sufragio, a quienes deben dirigir los órganos que conforman el Poder Público durante lapso previamente determinado.

El legado que nos viene a los ciudadanos con la superación del absolutismo fueron expresamente incluidos en la Declaración de los derechos del hombre y están cimentados en la igualdad y la libertad; la conservación de los derechos naturales que son innatos e imprescriptibles y finalmente, en la soberanía que caracteriza  la Nación, concepto más amplio que el Estado, por lo que nadie puede ejercerla directamente sin su expresa aprobación. Las conjuras de los presidentes Chávez y Maduro violentan claramente  estos principios.

Esas expresiones son inaceptables, graves, contrarias a las disposiciones democráticas listadas en el artículo 6 CN1999, entre ellos la responsabilidad, que le obliga a gobernar conforme al ordenamiento jurídico y, la alternabilidad, que supone la entrega pacífica del poder, cuando así se los ordena el pueblo de Venezuela, mediante el voto.

Esas advertencias destempladas constituyen el ataque con Torres contra el sistema democrático, conforme a la tríada diseñada por nuestros últimos comentarios, con la especial característica que serían ejecutadas a posteriori de las elecciones puesto no entregar el poder, ni por las buenas ni por las malas, implica la desobediencia a una orden previamente impartida.

Ese ataque anunciado constituye una declaración de guerra contra una población indefensa, residente en un espacio geográfico que según el artículo 13 CN1999, es territorio de paz. Mediante referendo popular originario aprobamos un gobierno alternativo, propio de las democracias pluralistas que permite a todos los sectores participar en los procesos electorales válidamente convocados, para elegir o ser elegidos. La alternancia es la principal diferencia entre la democracia, por una parte,  y la monarquía o los regímenes dictatoriales por la otra donde el gobierno se transmite por herencia o por designación del sátrapa de turno.

Apunta el artículo 1 de nuestra Carta Magna que el patrimonio moral y los valores fundamentales que la rigen, se basan en la doctrina de Simón Bolívar, El Libertador. Pues bien, la declaración bélica contenida en el no saldremos ni por las buenas ni por las malas, colide con las enseñanzas de nuestro héroe máximo, cuando en el celebérrimo Discurso de Angostura, el 15 de febrero de 1819, al instalar el Segundo Congreso Constituyente de Venezuela, dijo:

“Para formar un gobierno estable se requiere la base de un espíritu nacional, que tenga por objeto una inclinación uniforme hacia dos puntos capitales: moderar la voluntad general, y limitar la autoridad pública. Los términos que fijan teóricamente estos dos puntos son de una difícil asignación, pero se puede concebir que la regla que debe dirigirlos, es la restricción y la concentración recíproca a fin de que haya la menor confrontación posible entre la voluntad y el poder legítimo”.

El gobierno nacional es la primera entidad llamada a respetar la Constitución y la voluntad del pueblo. Dios bendiga a Venezuela!

jesusjimenezperaza@gmail.com

24/agosto/2023

 

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