Los
tres conceptos convergen en lo mismo, desplazamiento masivo de grandes grupos
humanos, aunque normalmente se aplican en un contexto histórico diferente y característico. En común
constituyen la salida forzada de un pueblo hacia tierras extrañas, hecho que
hoy produce como efecto una garantía internacional especialmente
tipificada como derecho al Refugio.
Metódicamente
el fenómeno está descrito en un Libro de la Biblia, bajo el título de El
Éxodo. Narra en forma épica los sufrimientos de los hijos de Israel,
que bajo la conducción de Moisés y Aarón, con la protección divina, salieron de Egipto
donde eran esclavizados de manera inclemente. En un principio, bajo el
liderazgo de José habían logrado sobrevivir a vejámenes, trabajos forzados y
opresión por parte de los egipcios e, incluso, a la orden expresa del faraón
para que las parteras dieran muerte a los varones judíos, porque eran muy prolíferos
e intuía que pronto sobrepasarían a la población autóctona.
El
castigo de diez plagas contra Egipto fue necesario para que se permitiera la
salida de los hebreos a través del desierto del Sinaí, que no era el camino más
cómodo ni más corto pero con el propósito pre concebido de dificultar el
retorno, porque en algún momento los emigrantes habrían preferido regresar
antes que sufrir la dureza del peregrinaje, de la sed o del agua amarga que no
podían beber durante la penosa travesía.
La
diáspora es la dispersión por el mundo de
personas que se ven obligadas a abandonar su hábitat natural, por diferentes
causas, no necesariamente económicas. Ese desplazamiento tiene su antecedente
histórico y como fenómeno social, en el Éxodo.
En
el año 1933, con la asunción de Hitler como canciller alemán y específicamente,
con la invasión a Polonia en 1939 que dio lugar al inicio de la Segunda Guerra
Mundial, se produjo una emigración masiva hacia Europa, Gran Bretaña y Estados
Unidos, genéricamente bautizada con Diáspora, dificultada además por la Gran Depresión
de esos tiempos, consistente en una grave
crisis económica que se mantuvo durante toda la tercera década del siglo XX.
La
Organización de Naciones Unidas calcula que
la mencionada guerra produjo en
el mundo 50.000.000 desplazados, lo que
obligó a la aceptación de una nueva condición humana: el Refugiado, entendiendo
como tal aquél que se ha visto obligado a “abandonar su lugar de origen o residencia
habitual por razones políticas, religiosas, sociales, raciales o de pertenencia
a algún grupo en concreto, entre ellos la población civil que no toma parte en
conflictos armados” (publicación sin número ni fecha de ACNUR).
Con
tales bases surgió la Convención de Ginebra de 1951, conforme a la cual “el
estatus de refugiado sobrepasa a la condición de inmigrante o extranjero y
permite que los Estados receptores garanticen los servicios básicos durante los
programas de atención, recepción e identificación”. Ningún país que se haya
adherido a la Convención podrá negarse a acoger refugiados ni a devolverles a
su país de procedencia cuando esto suponga un peligro para su vida.
En
infeliz declaración de prensa, el presidente de Colombia Gustavo Petro, en su
reciente visita a New York para intervenir en la 78° Conferencia Anual de la
ONU, en la cual por cierto, sufrió un desplante de los diferentes diplomáticos
acreditados quienes abandonaron el lugar para no oír su discurso, se refirió a que no se podía impedir que los
emigrantes de diferentes países antillanos, sur americanos, africanos y de
otras nacionalidades, pasaran en robusto
bloque por el llamado “Tapón o Selva del Darién”, en tránsito hacia Estados
Unidos.
No
me constan las intenciones del presidente Petro, las cuales pueden tener
diferentes motivaciones, pero creo es obligación de Colombia y Panamá impedir ese paso sin garantizar la
seguridad y dignidad de los transeúntes, quienes deben ser debidamente
atendidos en sus necesidades más elementales, protegidos y clasificados. Obviamente
que el tema es muy complejo, se requiere de un estudio multidisciplinario de
expertos, para buscar una solución a ese problema de la humanidad entera, que
ciertamente es global porque Europa también lo vive.
El
gobierno venezolano debe una explicación detallada y debidamente documentada
sobre la razón por la cual una
cuarta parte de su población ha emigrado. Estos son cálculos difíciles de precisar porque por Colombia
pueden salir sin hacer formal trámite. No basta la excusa de las Sanciones, como
argumentó el presidente Petro, que son restricciones
a las transacciones con empresas de un sector determinado de la economía
venezolana, que se derivan de la orden ejecutiva 13850 para "bloquear propiedades originadas en el
sector aurífero de Venezuela o cualquier otro sector que determine el gobierno
de Estados Unidos" (Sanciones Sectoriales)
Otras
implican sanciones Personales, es decir, la prohibición legal a personas y empresas
estadounidenses de realizar cualquier tipo de operación o transacción comercial
o financiera con las personas puntualmente sancionadas.
Ninguna
de ellas pareciera ser causante directa de nuestra penosa emigración. Dios
bendiga a Venezuela!
@jesusajimenezp
22/septiembre/2023.
Muy pedagogica explicación. A difundirla....gran abrazo...
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