Jesús
A. Jiménez Peraza.
El béisbol era invariablemente el tema más importante en nuestras habituales tertulias infantiles, cuando no existían celulares, portales de internet ni whasaap. No teníamos interés en los limitados medios de comunicación existentes, ni tan siquiera en la radio por sus chocantes interferencias, además llenos de energías no resultaba atractivo sentarnos pacientemente a oír cualquier cosa que transmitieran. Nuestro único medio de información era el grupo de amigos, todos con nulo o reducido conocimiento sobre lo que pasaba más allá de los límites del pueblo.
Trascendente
y frecuente debate consistía en determinar si era mejor pelotero quien bateaba
más o quien se destacaba por su defensiva. Obviamente, cada uno nos creíamos
portadores de la verdad absoluta y para ello presentábamos argumentos y
ejemplos que considerábamos irrebatibles, como el bate poderoso de Luis “Camaleón”
García o el guante mágico de Gustavo Gil.
Todo
esto lo recordé con agradado recientemente cuando me topé con un artículo
en relación a una estadística novedosa
para mí. Hoy ninguna de las dos aptitudes evalúa la utilidad de un jugador sino el WAR, siglas en inglés de Wins Above Replacement, o sea la
utilidad de un jugador para su equipo, en comparación a otro que pudiera
reemplazarlo en el mercado. Se calcula
con una compleja ecuación matemática y múltiples variantes que producen un
resultado detallado y completo, al incluir los datos ofensivos, defensivos y como
lanzador. Se materializa con un coeficiente determinado en puntos según la
posición y la liga. Es tan importante que cada punto WAR representa
aproximadamente tres millones de dólares, en el siguiente contrato.
Hoy,
más interesado en el acontecer político que en el béisbol, pienso que
deberíamos designar al Presidente de la República mediante ese mismo método,
con los ajustes que fueren menester. El Presidente no es solo el jefe del Estado
y de gobierno; comandante en jefe de la Fuerza Armada Nacional; administrador
de la Hacienda Pública; coordinador de
las relaciones internacionales y de un equipo multidisciplinario que debe
manejar todos los aspectos en la vida de la república, economía, producción, productividad,
infraestructura, educación, salud pública, medio ambiente etc, entonces no podemos
pensar en conseguir alguien que maneje
todas las aristas de un país, o que se destaque específicamente en alguna por considerar es buen orador o líder de un partido
multitudinario.
En
el mundo entero se está designando al presidente o según el sistema, al jefe de
gobierno, sin criterios claros, a veces
porque al electorado les decepcionó el anterior o por ser liberal o marxista.
También es común que la inmensa responsabilidad ciudadana que implica su nombramiento
quede en manos de muy pocos porque la mayoría, por cualquier excusa no se
preocupa de ir a votar y si lo hace no ha determinado conscientemente su voto.
Parece
mentira, pero con un mundo que se está destruyendo por guerras y desastres
ambientales, producto de la acción del hombre mismo que no cuida su casa, como acertadamente pregonara SS Francisco en
la encíclica Laudato Si y más recientemente, en la carta Laudate Deum, no nos ocupamos con
prioridad de cómo escoger a los más altos dignatarios en los diferentes países,
siguiendo pautas apropiadas.
La
más grande potencia bélica y económica mundial, próxima
a nominar en una primera etapa al nuevo presidente, se debate entre la
reelección de alguno de los dos últimos, que por lo que transmiten no pareciera
tener los puntos WAR necesarios. De repente quien pueda tenerlos por alguna
razón no aspira al cargo y el ciudadano común, no se da cuenta que es su obligación
buscar al mejor reemplazo, aunque no haya manifestado por sí mismo esa
voluntad.
En
Centro y Sur América entristece ver como
los presidentes se vituperan recíprocamente. El cruce de adjetivos entre Colombia
y el Salvador, hablo de países porque a ellos representan sus dirigentes máximos,
es de un nivel muy bajo. México rememora al charro pendenciero contra todo
quien ose tener unas ideas diferentes a las propias. Nicaragua, Venezuela y Cuba
parecieran vivir en un círculo aislado, ya que enfrentan, incluso, a sus
propios congéneres socialistas, cuando
les recuerdan el incumplimiento de un patrimonio universal y obligatorio
llamado DDHH.
El
presidente electo de Argentina, que ganó gracias a la insaciable corrupción de
sus antecesores quienes contribuyeron a crear una depauperada nación austral, boyante y ejemplo de prosperidad décadas
atrás, empieza con un verbo encendido y grosero, veremos si logra controlarlo,
pero sin asumir el cargo se enfrenta a Brasil, que debería ser importante para
él no solo por el volumen de comercio mutuo sino por colindante. El presidente Lula Da Silva, por su parte, representa una organización maligna y
divisionista, el Foro de Sao Paulo.
Qué
hacer? Realmente no sé, creo debemos empezar por Venezuela, programando un WAR
para Presidentes, con una fórmula compuesta por experiencia, conocimiento
integral, formación política, respeto, con mano zurda y diestra, autoridad,
templanza, comedimiento, formalidad, con la esperanza que el método sea acogido
por América y el planeta Tierra. Dios
bendiga a Venezuela!
jesusjimenezperaza@gmail.com
27/noviembre/2023.
Dr. Jesús Jimenez, excelente como siempre su análisis. Mis respetos, un cordial saludo. Thelmo Giménez. Santiago de Chile.
ResponderEliminarSin lugar a dudas,estamos entranpados,el 2024 es un año crucial ,ya veremos...
ResponderEliminaramerica desde el norte hasta el sur ha sido llevada a rastras por caudillos no solo por sus palabras y conductas, sino ademas por sus ejecutorias...recuerden a noriega, a uribe, a evo morales, a aleman...en fin puros guapetones ...saludos tigre.
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