lunes, 9 de diciembre de 2024

En educación requerimos nuevos rumbos y nuevos métodos.


Jesús A. Jiménez Peraza.

@jesusajimenezp.

 

Hace algún tiempo oí en una conferencia decir al expositor que las pérdidas humanas a consecuencia de la II Guerra Mundial, no se deben calcular en los 50.000.000 de muertos en su mayoría jóvenes, sino básicamente en la cantidad desconocida de grandes genios o artistas que no llegaron a nacer, como consecuencia del fallecimiento anticipado de sus futuros padres. Pienso adicionalmente que también dejaron de nacer malvivientes, pero la generosidad divina, determina que el porcentaje de buenos sea mayor que el de malos, de lo contrario el mundo se habría extinguido hace tiempo.

Por relación algorítmica relacioné esta tesis con dos hechos, el primero, conversando con un joven abogado graduado en esta fábrica actual de personas relacionadas con el Derecho, ciencia fundamental y determinante para el desarrollo, en quien pude apreciar que durante su carrera no estudió una serie de principios, temas e instituciones fundamentales cuyo conocimiento se requieren, aunque sea básicamente,  para llamarse abogado.

El otro hecho fue un aviso publicado por el Ministerio competente, donde convocan e incluso, facilitan el ingreso al sistema de salud chileno, a médicos graduados en Colombia, Argentina, Bolivia, Uruguay “y a algunos médicos de Venezuela”. Obviamente no aplican la igualdad en todos los profesionales de la medicina egresados de nuestras universidades, como lo impone el artículo 4 de la Ley del Ejercicio de la Medicina en nuestro país, porque es universalmente conocido que algunos no tienen el adiestramiento requerido para prestar tan delicado servicio.

Es que para los planificadores de nuestra estructura educativa lo importante es proveer de un título a quien ingrese, no prepararlo para ser útil a sí mismo, a su familia y la colectividad.

El proceso mental lógico me lleva a pensar que, facilitar el camino para que cualquier venezolano ostente diplomas que permitan engrosar el número de egresados universitarios y con ello tratar de demostrar los grandes avances de la educación en Venezuela,  visto en campo reducido nos ha privado de tener una serie de técnicos u operarios especializados en ramas fundamentales y requeridas para nuestro desarrollo como plomería, refrigeración, electricidad, mecánica automotriz etc, sin olvidar dos profesionales de excelencia cuyo fomento debemos iniciar de inmediato: profesores y maestros.

Sin embargo, en panorama ampliado la gestión gubernamental en el área educativa, debería estar enfocada a orientar a los venezolanos hacia un mundo que ya no es futuro, sino que nos alcanzó y con el cual debemos convivir, me refiero a la Inteligencia Artificial.      

Creo que el libro Superpotencias de la Inteligencia Artificial, publicado por Best Seller del New York Times, del autor Kai-Fu Lee, pudiera ayudarnos a entender el tema de la necesidad de adaptarnos y no a retroceder en el área educativa. Allí se denuncia como la educación, no referida a Venezuela sino en general al globo terráqueo salvo excepciones,  como punto negativo conserva la simetría en la enseñanza en una especie de cadena de montaje, donde el estudiante asciende de grados independientemente de los conocimientos adquiridos, limitados por el hecho de ser obligados a aprender a la misma velocidad y con las mismas técnicas, debido a las limitaciones humanas y de recursos que impiden atención individualizada a los alumnos.

Los entornos modernos a través de Inteligencia Artificial aconsejan como escenarios fundamentales enseñanza en clases, tareas, ejercicios, exámenes, calificaciones y tutorías personalizadas.

Es fundamental modernizar nuestro sistema educativo, no solo orientando a los venezolanos hacia campos que puedan ser útiles para ellos y para el país, sino además con la implementación de métodos apropiados basados en tecnologías modernas. Dios bendiga a Venezuela!

jesusjimenezperaza@gmail.com

09/12/2024.

 


1 comentario:

  1. Excelente Chubeto. La inteligencia Artificial nos está arroyando .

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