Jesús
A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp
Por
nuestra tradición presidencialista es comprensible que en estos momentos de
crisis extrema como la que vivimos en el país, los ciudadanos estemos
justificadamente atentos y habilitados, además obligados, para opinar sobre quienes tienen condiciones
suficientes para asumir el cargo, ante cualquiera sean las circunstancias que
pudieran presentarse en los próximos meses, puesto estamos a pocos días de
iniciar el año 2018, año electoral presidencial, con el inconveniente que el
Poder Electoral ha tomado para sí la fijación de la oportunidad comicial sin
importar la determinada por la Ley especial, incluso el cronograma es un
verdadero albur. Obviamente, nadie puede pensar que una situación tan compleja como
la económica, social y política que vive Venezuela, pueda estar en manos de una
persona por muy avezada que ella sea, pero precisamente una de las condiciones
más importantes en el Presidente, que automáticamente se constituye en el líder
del país nacional, es que sea capaz de
conformar y dirigir un equipo multidisciplinario. Es esa persona la que estamos
obligados a buscar. Es
recurrente la idea que debemos escoger el abanderado de oposición mediante un
proceso conocido como Primarias, en el cual los diferentes factores políticos
proponen una especie de precandidato, del
cual se selecciona uno único para enfrentar a quien resulte del sector oficialista,
donde se podría postular incluso al propio presidente Nicolás Maduro, vista la
posibilidad de reelección impuesta en la Constitución vigente que se extiende
en forma indefinida conforme su primera y, hasta ahora, única enmienda.
Personalmente
no estoy de acuerdo con esta forma de selección, por varias razones que pueden
conseguirse en mi anterior reflexión en este blogs, titulada Venezuela siempre ha respondido a la lógica.
Voy a referirme ahora a dos aspectos importantes: cuándo y cómo debemos
escoger al abanderado. Por supuesto, hay un tercer ítems, quién debería ser, pero creo debemos resolver las dos primeras
interrogantes, para facilitar la tercera que queda atribuida al órgano que
propongo, sin que ello sea óbice para que los ciudadanos meditemos y opinemos
sobre ese tema transcendental en la vida republicana.
El cuándo, es ya. No tenemos mucho tiempo para organizar y
sustanciar mecanismos porque existe un precedente muy fácil de apreciar. Los alcaldes
(art. 174 CN) y gobernadores de Estado (art.
160 CN) se designan por cuatro (4) años, las últimas elecciones municipales
fueron en el año 2013 y las regionales en el 2012. Si bien las elecciones para
autoridades municipales se corresponden a finales del 2017, como está anunciada
parcialmente, presentaba dudas por supuestas faltas de recursos económicos. La
renovación de los gobernadores debió ocurrir en el 2016 y fueron postergadas caprichosamente
hasta octubre del 2017, por convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente,
a pesar que es acto y lapso de fuente legal que debe ser motorizado por el
Consejo Nacional Electoral. Es
muy obvio que los acontecimientos políticos a principios y mediados del
presente año, debilitaron a la oposición y en contracara, la instalación de la
Constituyente fortaleció al oficialismo, por lo que decidió convocar las elecciones de gobernadores y
darle luz verde a la de alcaldes. En ambos casos sin el cuerpo legislativo. Fue
el triunfo oficialista incuestionable en las regionales, lo que posibilitó la
convocatoria a la de alcaldes y en cascada, viene la joya de la corona: La
Presidencia de la República, con fecha y condiciones a conveniencia. Solamente
la posición compacta del pueblo venezolano puede imponer que el proceso
comicial sea como debe ser, como están reguladas y en las condiciones que las
disposiciones legales y la tradición obligan. Entiendo
la importancia de las elecciones de alcaldes dentro de la estructura piramidal de
poder; creo en la descentralización y soy aficionado a votar en cuanto proceso
comicial tenga derecho y por ello estoy listo para sufragar en mi circuito el
próximo 10 de diciembre, pero capto en
las calles, la farmacia, el mercado y cualquier reunión de amigos y parientes,
que ellas no despiertan interés. Los ciudadanos están ocupados en sus problemas
de subsistencia, que son uniformes. La gente sabe que los cambios de alcaldes
no ayudarán a resolver el problema, incluso hay que motivar ya la elección
presidencial.
El cómo escoger
un candidato con posibilidades de competir en condiciones adversas, que haga
valer el potencial triunfo en las mesas electorales y luego, capaz de conformar
un equipo de personas idóneas en todos los sentidos para enrumbar al país, es
en extremo importante. Me parece que debemos olvidar las postulaciones de
partidos, pero no excluirlos. De manera que puede conformarse un cónclave o
congreso patriota, con la participación de candidatos postulados por el sector
partidista, el productivo, el académico, invitar a personalidades de sectores
no tradicionales en el mundo político, que participen bien con la finalidad de
ser el candidato escogido, bien de darle brillo y seguridad a la forma
propuesta y de ellos mismos, asistidos por un personal competente, integrado
por expertos en mediación, conciliación y arbitraje, profesionales de la
comunicación social, sociología, psicología de masas etc. escoger al candidato
único de oposición. Es necesario que los grupos postulantes se deslastren de convencionalismos
e intereses subalternos, que actúen de buena fe y pensando en un país que tiene
problemas gravísimos y en su gente, que es el factor más importante de ese ente
que denominamos Nación. De repente lo más complejo es integrar el cónclave
porque, es de suponer que por la personalidad y calidad humana de sus
integrantes, será fácil determinar en su seno, quien reúne mayores condiciones en
ese momento y para el fin propuesto. Esta idea, por cierto, no es novedosa, es
la forma de escoger al jefe de la Iglesia Católica, organización con veinte
siglos, con cientos de problemas universales e históricos, conformada por
pueblos con derechos en contradicción pero en el mismo rango. Creo que lo bueno
no se imita, simplemente se asume. Dios proteja a Venezuela!
24/11/2017.
Y que tal conformar Colegios Electorales? La claridad de las reglas es quizá lo mas importante del como.
ResponderEliminarColegio electoral es igual al equipo de Personas idóneas, que son asesores. La pureza de la designación proviene de los propios candidatos, no de un organismo autónomo que se complicaría con su forma de designación y manual de funcionamiento. Recuerda que El Libertador tomando la idea de los Griegos propuso en 1819 un cuerpo moral supremo denominado Aerópago, éste sería formado (idealmente) por el grupo de candidatos propuestos por las entidades propulsoras y la que se sumen. Saludos Rubén y gracias por tu comentario
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