jueves, 27 de junio de 2019

En la tierra de grandes short stops, la Dra. Bachelet debería hacer un doble play.

Jesús A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp

          La reciente visita de la Alta Comisionada para los DDHH de la Organización de Naciones Unidas, Dra. Michelle Bachelet, tuvo significación diferente para tres sectores de la sociedad venezolana: 1) Las víctimas y sus familiares. 2) El oficialismo. 3) La dirigencia de la oposición organizada.
       Por la cobertura parcial  e intermitente de los medios de comunicación social, pude apreciar que el primer grupo tuvo una actuación extraordinaria dentro del marco de la exposición y defensa de sus casos. Muchos de ellos fueron realmente desgarradores, que con toda seguridad impactaron a la visitante, sensibilizada  no sólo por el cargo que ostenta, sino por su condición de madre y pediatra en un país donde se capta fácilmente la desnutrición infantil y la insuficiencia de centros asistenciales y de equipamiento médico. Además, la Dra. Bachelet sufrió en carne propia y en la de su padre, el morbo de las persecuciones y torturas en el Chile de Augusto Pinochet.
          El oficialismo estuvo muy desacertado. No termina de entender que la violación de los derechos humanos es inmune a cualquier causa de justificación por el ente transgresor, que siempre es el Estado. Ellos son una serie de garantías que se reconocen como innatas en el hombre, desde la primera Constitución Norteamericana de 1776 y la Revolución Francesa de 1789. Son derechos inviolables, inalienables, indivisibles y fundamentales.
          La tutela de los DDHH se extiende desde su promoción, pasando por la obligación estatal de tomar medidas efectivas ante su transgresión y la abstención de conductas que pudieran conducir a su violación. 
          Me dio la impresión que muchos funcionarios públicos pretendían establecer una especie de “compensación de culpas” entre acciones represivas del Estado, claramente atentatorias contra los derechos humanos y comprobadas con testimonios coincidentes de víctimas y familiares, con actos provenientes de las llamadas “guarimbas” cuyas resultas caracterizan, en caso de ser  ciertas y demostradas, tipos delictuales cometidos por sujetos activos determinados, a quienes sólo podría aplicárseles la pena determinada por el Código Penal, para lo cual no tiene competencia alguna la Alta Comisionada de la Organización de Naciones Unidas, sino los tribunales venezolanos.
          Si un hombre causa maltratos sin misericordia alguna a otro o  la muerte o lo retiene indebidamente, habrá cometido los delitos de lesiones, homicidio o secuestro, respectivamente, los cuales según algunas características determinadas, pueden ser agravados y por ello merecedores de mayor pena en relación a la promedio.
          Pero si esas acciones las cometen uno o varios  funcionarios,  con la protección del Estado, estaremos ante la violación de derechos humanos, por tanto estará bajo jurisdicción especial conforme al Derecho Internacional Público.
          Muchos dirigentes opositores estuvieron igualmente fuera de foco. En vez de orientar a la ciudadanía para sacar el mejor provecho de la ilustre funcionaria y su equipo asesor, se dieron a la tarea de descalificarla a ultranza.
          La Dra. Bachelet tenía la obligación de oír a las partes, porque existe una contención gravísima entre los diferentes sectores de la vida nacional. Oficialmente venía invitada por el gobierno y, en mi criterio, es razonable si en su Informe final prometido para los primeros días de julio y anunciado en sus palabras de despedida en el aeropuerto internacional de Maiquetía, da lugar preponderante a las consecuencias que sufre el pueblo llano de Venezuela, por las medidas económicas tomadas por Estados Unidos y otras potencias extranjeras.
          Claro, como lo analicé en anterior artículo (“Los baches de Bachelet”) no puede justificarse la violación de nuestros derechos,  por la estrategia política asumida por Estados extranjeros. La víctima en ambos casos somos los venezolanos y los responsables, con igual ponderación es el gobierno nacional y los países que tomen medidas económicas que, de alguna manera, drenen negativamente hacia el pueblo por no tomarse la previsión que las consecuencias  se limiten a la clase gobernante.
          La causa eficiente de nuestros males son la corrupción generalizada y las políticas desacertadas del gobierno y ellas, a su vez,  dieron origen a esas medidas económicas. Pero independientemente de la génesis, se debe analizar las consecuencias porque ellas materializan el hambre, la miseria, la falta de asistencia, que son los daños producidos.
          En concreto, espero que el Informe de la Comisionada Bachelet separe y proponga correctivos, tanto ante las violaciones de nuestros derechos fundamentales por las políticas del gobierno de Nicolás Maduro, como las que puedan provenir de medidas tomadas allende los mares. Este sería un gran doble play en honor a Chico Carrasquel, Aparicio, Concepción, Guillén, Vizquel y otros tantos campo cortos que han dado brillo a Venezuela.  Dios bendiga a Venezuela!

27/06/2019.

1 comentario:

  1. Esperemos que la sra. Bachelet, sepa colocarse del lado de la dignidad humana, y su paso por Venezuela, no quede como un arado de la mar.

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