Jesús
A. Jiménez Peraza.
@jesusajimenezp.
La
primera, según Toffer, fue el nacimiento
de la agricultura, que comenzó en el
año 8.000 a de C, dominando en solitario la Tierra hasta 1750, aproximadamente.
Esta actividad fue producto consecuencial del sedentarismo. El hombre al
principio fue nómada, vivía de la caza y la pesca, pero al comenzar a formar
grupos grandes como las hordas y pequeños, como la familia, sintió la obligación de asentarse
lo que produjo la necesidad constante de
alimentos de origen animal y vegetal. Consecuencia
progresiva de esta conducta fue la formación de ciudades, predecesora de los Estados
y de normas metódicamente recopiladas en
leyes y códigos.
La
segunda ola vino dada por el desarrollo
industrial, que vista por el retrovisor tuvo dos etapas, la primera con la
electricidad, máquinas a vapor, división del trabajo, imprenta etc. Se inició a
partir de mediados del siglo XVIII
hasta mediados del siglo XX, considerándose final del ciclo el hecho que por
primera vez el número de obreros u operarios, era menor que el de empleados y
directivos. La segunda fase fue en extremo importante para el bienestar del
hombre por los avances en la electrificación de los hogares; aviación rápida y
segura; alimentos procesados y otros.
La
tercera ola se fundamenta básicamente en el mundo informático, cibernético, con
profundas repercusiones en el sistema de producción y mercado. Por supuesto en
este período se producen pasos gigantes para el desarrollo de la humanidad. En
su libro Toffer marca el inicio puntual de esta nueva época con el surgimiento
de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), reacción obligada
de los países productores ante las políticas de las petroleras de reducir
drásticamente el pago de impuestos.
Hace
40 años Toffer hablaba de una ya incipiente Inteligencia artificial. Sin
imaginar que hoy genera la posibilidad a
su vez, de cuatro nuevas olas, IA de
internet, IA empresarial, IA de la percepción
e IA autónoma, de las cuales las dos primeras ya “remodelan nuestro mundo digital y financiero en forma que apenas
podemos registrar”, estrecha empresas de internet, reemplaza asistentes
jurídicos y diagnostican enfermedades. La tercera reconoce rostros humanos,
comprende peticiones y ve el mundo que nos sirve de hogar, siendo capaz de
desdibujar nuestro molde físico y el digital. La IA autónoma, en desarrollo, da
vida propia a máquinas, maneja fábricas y será capaz de transformar todo
(“Superpotencias de la Inteligencia Artificial”. Kai-Fu Lee. Best seller de New
York Times).
Por
ser obra humana no siempre los cambios son positivos, en lo social han surgido
alteraciones indeseadas como la concepción de familias monoparentales, con un
solo progenitor y varios hijos, o por el contrario, parejas sin hijos. Hoy la
necesidad de la interrelación humana pierde fuerza, es fácil apreciar como el
hombre (en general) considera suficiente la información suministrada por la
computadora o el teléfono.
“La familia está siendo atacada
frontalmente por el progresismo, especialmente por su brazo feminista radical,
con un discurso en contra de la maternidad. “El matrimonio esclaviza a la
mujer”, “La mujer se empodera cuando aborta, cuando no se casa, cuando se
divorcia”. “Los hijos son una carga para la mujer que no le permite
realizarse”. Estos mensajes están
dirigidos a destruir a la familia, y aún más, a la propia esencia del ser
humano” (Eduardo Fernández. Cartas IFEDEC).
Esta
tercera ola continúa encrespada. La sed insaciable por el poder caracteriza la
vida pública en todos los continentes de
la Tierra, bien a través del ejercicio de políticas locales mal concebidas e
ilegalmente aplicadas, bien mediante guerras que van escalando hasta
dimensiones desconocidas.
El
hombre debe volver la mirada hacia su propia historia para encausar este rumbo
incierto. Ya lo escribió Juan Pablo II en Centésimo
Annus (1991) en la conmemoración del
centenario de la Encíclica Rerum Novarum de León XIII: “La actividad fecunda de millones y millones de hombres, quienes a
impulsos del Magisterio social se han esforzado por inspirarse en él con miras
al propio compromiso con el mundo, actuando individualmente o bien coordinados
en grupos, asociaciones y organizaciones, deben conformar un gran movimiento para la defensa de la persona humana y para
la tutela de su dignidad, lo cual, en las alternantes vicisitudes de la
historia, ha contribuido a construir una sociedad más justa o, al menos, a
poner barreras y límites a la injusticia”. Dios bendiga a Venezuela!.
25/11/2024.